Subo
hoy el primer artículo de dos que dedicaré a la Oui-Ja- Ya sabéis, el popular
tablero que, supuestamente, sirve para comunicarse con los muertos.
Personalmente, he de decir soy bastante escéptica en torno al tema del
espiritismo en general. Las propias y famosas hermanas Fox, acabaron confesando
que todo había sido un montaje ideado por ellas, así que se hace difícil creer
que si el asunto fue una farsa desde su comienzo, pueda haber algo de verdad en
lo que sus continuadores hicieron a partir de sus “enseñanzas”. Aunque también
hay que decir en su defensa, que hay varias referencias históricas muy
anteriores a trances mediúmnicos en los que se chamanes, profetas, etc, se
asegura llegaron a contactar con los espíritus de personas ya fallecidas.
No
ayuda mucho tampoco el circo actualmente montado en torno a todos estos temas
en televisión, con showmans del tipo
Anne Germain y programas encabezados por el ya inefable Cuarto Milenio. Lamentablemente, están convirtiendo el tema del
misterio, que a tantos nos apasiona, en algo esperpéntico y carente del más
mínimo rigor investigador.
En
fin, os dejo con el artículo. Ésta sacado de una obra en papel y en esta
primera entrega informa acerca de lo que es la Oui-Ja y se exponen algunas
teorías acerca de la naturaleza de los supuestos contactos. La segunda en
cambio, se ocupará del aspecto práctico, informando de cómo practicar este
juego de espiritismo con las debidas medias de seguridad, seriedad y prudencia.
Espero que os guste.
Ana
Negra.
………………………………………………………………
La
oui-ja es, sin duda, el método más
popular de jugar al espiritismo. Puede
calcularse que sólo en Europa lo practican, al menos, cinco millones de personas de forma más o menos
esporádica, y no menos de un millón
en forma sistemática, Su aparente inocuidad, la facilidad con que se realiza y los siempre sorprendentes
resultados que se obtienen hacen de
la «oui-ja» el sistema más indicado para la iniciación de los principiantes.
Oui-ja significa
«Si» en los idiomas francés y alemán. Con ello se alude a la primera
palabra que suele aparecer en las sesiones, cuando se pregunta si ¿hay algún
espíritu presente? Este juego es casi tan antiguo como el espiritismo, y alcanzó su momento
de mayor esplendor en los salones
espiritualistas de finales del XIX y principios del XX. Tiene
la ventaja, en relación con otros
métodos más sofisticados, de su sencillez, claridad y la rapidez con que se obtienen las respuestas.
Pero en contra de quienes las consideran como
simples experiencias intrascendentes derivadas de un juego, existe
un criterio según el cual las sesiones de oui-ja pueden ser consideradas sin demasiada facultad de
científicas siquiera sea por haber constatado un hecho realmente
importante y al que con frecuencia no se le presta la atención que merece:
el de que los «espíritus» son personales. Es decir, aquello que se
manifiesta sigue unas pautas de comportamiento perfectamente homologables
a los distintos caracteres humanos. Un «espíritu» nunca es igual a
otro, y más curioso aún, un mismo «espíritu» puede aparecer en sesiones
diferentes, aunque los participantes en esas sesiones no sean los
mismos. De ahí a decir que se trata de inteligencias «desencarnadas»
media un paso muy corto. pero nada autoriza, en rigor, a darlo.
Quienes han
acumulado experiencias de carácter espiritista coinciden en
señalar que la influencia psicológica de las sesiones suele ser efímera y
poco duradera. Aunque se trata de una práctica igualmente refutada de antigua, corriente e
inocente, también hay que destacar el hecho de
que, en un primer contacto con este tipo de sesiones, personalidades no muy fuertes se sienten influenciadas
mientras dura el experimento, y muy
rarísima vez después de que éste haya concluido. A no ser que se trate de personas mentalmente
enfermas o muy desequilibradas, la influencia negativa es prácticamente
inexistente.
Funciones terapéuticas
No deja de sorprender, a este
respecto, un hecho sumamente atractivo: los
«espíritus», frente a una persona moralmente herida, suelen a veces mostrarse con una elegancia y una delicadeza
extraordinarias, encontrando los
términos justos y apropiados para ese momento y esa persona. Lo que apuntamos a continuación no es
posible probarlo científicamente: pero
a la vista de esa patente y tangible «humanidad» estamos tentados a
creer que esos «amigos» invisibles son algo más que una simple treta del inconsciente. Si bebo un vaso de agua y eso me sacia la sed, ¿me empecinaré en afirmar que el
agua no es más que la manifestación
de un secreto impulso no claramente delimitado en las áreas numinosas de mi mente?... Las zonas
afectivas del ser humano tienen
razones que la razón desconoce.
Si el parapsicólogo abandonara sus prejuicios,
olvidara sus lecturas y tratara de recobrar cierta inocencia perceptiva,
las sesiones de ouija le proporcionarían, con
toda seguridad, motivos más que suficientes para replantearse de
arriba abajo sus teorías mecanicistas. Porque en tales sesiones suelen
aparecer con bastante frecuencia toda clase de fenómenos de tipo
paranormal. Clarividencia, telepatía, telequinesia precognición, xenoglosia... Puede afirmarse
sin temor a pillarse los dedos que
prácticamente todos los fenómenos considerados como paranormales se dan o pueden darse en este tipo de
sesiones.
Esto es muy digno de tenerse en cuenta ya que, según
los conocimientos esgrimidos por la parapsicología más o menos «académica», los fenómenos paranormales son
raros y poco frecuentes. Pero no ocurre
así, y esto es lo sorprendente, en sesiones llevadas a cabo por gente ya habituada.
Ser invitado a participar en alguna les aseguro que
es una experiencia inolvidable... La práctica hace que las actitudes de los
participantes sean desinhibidas y que no haya, por tanto, condicionamiento de tipo ansioso o
de emociones negativas. Nada hay de esas tenebrosidades y ritos más
o menos satánicos a que nos tiene acostumbrados cierta clase de mala
literatura. Por el contrario, cualquiera que sorprendiera a los reunidos durante la sesión se
imaginaría estar entre un grupo de amigos
que juegan al mus. Sólo que en vez de las cartas hay, sobre la mesa, una copa puesta boca abajo y un círculo de
números y letras. Pero mientras los
participantes están poniendo los dedos sobre la mesa, con la otra mano sostienen un cigarrillo o un
vaso de whisquy.
Sea lo que fuere, lo que sí parece claro es que no
en todas, pero sí, tomando por bajo, en el veinte por ciento de las
sesiones, no cabe descartar la hipótesis de que se establece «diálogo»
con alguna individualidad, con «alguien» que tiene su propia
personalidad, independiente de las personalidades de quienes asisten a la
reunión. «Alguien» que,
en definitiva, tiene sus propios conocimientos, sus propios mecanismos de pensamiento y, por tanto, su propia
manera de pensar.
No vamos a formular juicios categóricos sobre la
naturaleza de ese «alguien» por 'las razones sobradamente esgrimidas
hasta aquí. Pero parece evidente que esa entidad tiene libre acceso al
conocimiento consciente de cuantos se encuentran físicamente presentes en la reunión, sin
excepción alguna, y de que es capaz de hacer multitud de cosas
normalmente consideradas como «paranormales». ¿Quién está detrás de
todo este aparato? No se sabe. Pero trate de averiguarlo por sí mismo.
Si hemos de
juzgar al «espíritu» por la forma que tiene de manifestarse a través
de la oui-ja podemos llegar a
conclusiones contradictorias. Es cierto que algunas manifestaciones son
inquietantes, y que el lenguaje
empleado en tales comunicaciones raya a veces, por lo poético, esferas casi sublimes. Pero es mucho más frecuente
que después de una sesión de oui-ja
los participantes acaben con la vaga sensación de no haber sido tomados en serio por los «espíritus». Todos hemos creído ver el rostro de Isis desvelado, pero
ese rostro se ha desvanecido
inmediatamente entre interrogaciones de muy difícil contestación. Uno tiene a veces la impresión de que los
«espíritus» dudan tanta de nuestra
existencia real como nosotros de la suya.
¿Ejemplos?
Los hay de todos los colores. Incluso dramáticos, come el que vamos
a contar seguidamente. Un muy conocido realizador de televisión participa
cierta noche de verano, en compañía de unos amagos, en una sesión de oui-ja. Aparece entonces un ente
desencarnado que asegura ser su padre. El realizador recibe el consiguiente
susto, pues supone que su padre sigue vivo, residiendo en un lejano país, pero vivo.
El realizador se sobrepone a la fuerte impresión inicial y le hace al
«espíritu» una serie de preguntas muy personales, cuya respuesta
exacta sólo pueden conocer él mismo y su padre. Pues bien, el «espíritu», con enorme
desfachatez, contesta sin equivocación alguna a todas las preguntas e inventa además toda una historia relacionada con su reciente «óbito» y las circunstancias que lo han
acompañado. La sesión ha comenzado al filo de la media noche y se
prolonga durante cuatro tensas
horas. Cabe imaginarse la angustia de este excelente profesional cuando, al despuntar el alba, trata de
ponerse en contacto telefónico con
su padre. Han de transcurrir todavía dos horas más hasta que se inicien los servicios telefónicos
internacionales y pueda establecerse,
a través del hilo del teléfono, un contacto mucho más real y satisfactorio: el padre seguía vivo.
Este tipo de incidentes no es, por fortuna,
demasiado frecuente, pero pone de manifiesto las deficiencias de
comunicación inherentes a la oui-ja.
Más «vivos» que los vivos
También, en
otro terreno igualmente sugestivo, y hoy por hoy no resuelto, como el de los
ovni, la oui-ja puede tener, y de
hecho tiene, muchas e interesantes implicaciones. Junto al fenómeno material,
objetivable por las huellas dejadas en sus aterrizajes o sus registros en
las pantallas de radar, hoy toda una serie de aspectos psicológicos, sociales y
espirituales que complican la cuestión hasta los límites de lo racional. Cada
vez son más numerosas las personas que utilizan el tablero de oui-ja para ponerse en contacto, no con
los espíritus, sino con los extraterrestres. Esto que, a primera
vista, parece simplemente anecdótico, reviste en la práctica una importancia de la que no son aún conscientes la mayoría de los ufólogos. Porque esos
«contactos» encuentran luego confirmación objetiva al aparecer extrañas
luces en el cielo sobre el lugar de la cita
convenida por tan poco ortodoxo sistema. Tratar de explicar este tipo de contacto-avistamiento por vía de la casualidad o por el no menos manido conocimiento
inconsciente, es tanto como ponerse una venda en los ojos para no ver la
realidad.
Igualmente, algunos practicantes
de oui-ja no creen que los «comunicantes» sean seres desencarnados,
y la utilizan para establecer
comunicación con seres vivos que en
esos momentos están durmiendo. Y con resultados sumamente interesantes que pueden abrir perspectivas inéditas en parapsicología. En Barcelona existen grupos que llevan a cabo estas interesantes experiencias, en las que se mezclan las técnicas del
espiritismo con otras muy clásicas del hipnotismo, tales como las órdenes posthipnóticas.
Se le sugiere al durmiente que haga determinada cosa al despertar.
Curiosamente, la sugerencia se cumple.
En otra ocasión nos hemos referido a las
características evidentemente personales de los «espíritus». No abundaremos
en ello, pero sí queremos dejar aquí constancia de nuestra sorpresa,
nacida de la lectura de algunas «comunicaciones» con la oui-ja: los hay lacónicos o verborréicos,
pero cada «espíritu» se manifiesta en su propio estilo, de acuerdo
con unos ritmos expresivos que le son propios, sin que en ninguna
comunicación aparezcan interferencias sintácticas ni expresiones mostrencas que puedan hacer
pensar en varias «presencias» correlativas
y contradictorias, Hay una clara coherencia y una no menos clara voluntad de continuidad en las comunicaciones.
Sea lo que fuere aquello que flota
impalpable por encima de la mesa, está claro que no se trata de algo amorfo o invertebrado. Si todo es
un cuento, resulta evidente que los personajes
están perfectamente descritos, hasta
el punto de dar la abrumadora
impresión de seres «vivos».
Todos podemos
intentar la práctica de la oui-ja,
cuyos riesgos, en general,
son despreciables; siempre y cuando se sigan las advertencias y se tomen las mínimas precauciones que
seguidamente indicamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario