En un blog
dedicado al terror gótico y temas afines, debía escribir este artículo. La
conciencia llevaba tiempo exigiéndomelo.
Empezaré
diciendo que quien firma, no es persona escéptica que niegue por sistema todo
aquello que no entra dentro de sus esquemas racionales o no pueda explicar.
Tampoco lo contrario. Es decir, un ser crédulo dispuesto a tragarse todo
aquello que le cuenten, siempre que esto sea lo que desea escuchar. Es más, por
propia experiencia, me consta que es muy posible que exista alguna realidad
paranormal. OJO: digo posible. No estoy afirmando que así sea, sino tan sólo
que la posibilidad, al menos a mi juicio, existe.
En el propio
programa han tratado en alguna ocasión alguno de ellos. Por ejemplo, el del
Guardia Civil aquel que, junto a otros
compañeros, intervino en el registro de un hospital cerrado, dejando constancia
en el informe oficial de que algo inexplicable –inexplicado al menos- y de lo
que él y los otros agentes fueron testigos, había ocurrido allí. Igualmente,
resultan impecables las exposiciones del psiquiatra Gaona acerca de las ECM
–experiencias cercanas a la muerte- y también cuenta el programa con otros
colaboradores, como Clara Tahoces, tuya aportación me resulta totalmente digna
de respeto. Se podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con lo que digan estas
personas, pero hay que reconocerles que, cuando menos, son –o al menos lo
parecen- honestas y en ocasiones exponen cosas que no encuentran justificación
racional alguna. Quizá mañana se les encuentre alguna o quizá no, pero lo
cierto es que, a día de hoy, se trata de fenómenos inexplicables y de cuya
realidad no cabe dudar.
Cosa distinta
es la que se puede afirmar de otros colaboradores. Enrique de Vicente, fundador
de la revista dedicada a los fenómenos paranormales Año Cero, se coloca en la zona templada. El hombre se muestra hasta
el extremo crédulo e ingenuo, o al menos esa es la apariencia que quiere
mostrar. A una se le hace coherente que las personas puedan llegar a creer en la
realidad de determinadas cosas, pero es que Vicente da credibilidad a todo.
Desde visitas extraterrestres a nuestro planeta hasta contactos con seres
difuntos, pasando por todo tipo de teorías conspiranóicas. Pero bueno, se
entiende que, ante todo, se debe a su revista, con lo cual la defensa de todos
estos temas le viene impuesta.
El verdadero
escándalo llega con los inefables Santiago Vázquez y Paloma Navarrete. Aquí la
cosa ya entra de lleno en el puro fraude y además de forma muy evidente y a las
claras. No es sólo que las historias estén muy mal construidas y los
intervinientes sean muy malos actores. Tanto a las personas que supuestamente
viven estas experiencias, como a Paloma y Santiago, se les ve de lejos falsos,
forzados y fingidos, pero es que, además, las pruebas que aporta el propio programa
resultan irrefutables. Como ejemplo, valga uno de los casos de la semana
pasada. Se daba éste en una supuesta casa encantada –o albergadora de un caso
de poltergueist-, en la cual volaban
objetos y se escuchaban golpes a diario, o al menos muy frecuentemente. Allá
que va el equipo de programa. Tras pasar algunas horas con la familia sin
resultado alguno, vuelve éste al día siguiente con el inmueble vacío para
ellos. Primero se aísla en él a José Manuel Nieves, el escéptico. Los demás se
largan y le dejan media hora allí a solas y en la oscuridad, con las cámaras
enfocándole y grabando imagen y sonido. Transcurrido el lapso de tiempo… nada.
Ni un solo ruido fuera de lugar, ni un amago de fenómeno… nada en absoluto.
Cambio. Sale el escéptico y entra el “experto” en
parapsicología: Santiago Vázquez. Y, ¡oh maravilla!, todo cambia y empieza el
show del Más Allá. Como si “las presencias” hubieran estado esperándole, vamos.
En un momento dado, un golpe cuyo sonido no era “nada normal”. Luego, de
repente, el bueno de Santiago sorprende a propios y extraños afirmando que se
ha encendido por sí sola la pantalla de televisión. ¡Albricias! ¡Los fantasmas
se han manifestado!
El caso es que
allí no había ocurrido nada de nada, como bien, aunque tímidamente, se apresuró
a constatar Nieves. Las propias cámaras
del programa dejaban clara constancia de ello. Al igual que había ocurrido con
él, Santiago había permanecido a oscuras –o casi a oscuras- y con las cámaras
enfocándole. El fulgor de la pantalla al encenderse habría sido captado por
ellas. Es más, tras el lugar en que ambos se habían sentado y quedando el
televisor a su derecha, se ubicaba una ventana, cuyos cristales hubieran
reflejado igualmente la luz del proveniente del aparato. Santiago, dando
muestras de escasa inteligencia y
perspicacia, se lo había inventado todo. Intentó salir Iker al quite, afirmando
que algo debía haber visto a juzgar por su expresión, pues no podía ser tan
buen actor. El caso es que fue justo lo contrario: se mostró como un pésimo ídem.
Dicha expresión y su reacción, no resultaron para nada creíbles. Pero vamos,
eso puede resultar opinable. La cuestión del supuesto encendido de la pantalla
no. Las cámaras habían dejado plena y cierta evidencia, de que en ningún
momento había ocurrido lo que afirmaba Santiago.
Y aun hubo
más, por supuesto. Poco después, se escuchaba una psicofonía que el “experto”
en parapsicología había grabado en la casa. Y claro, en ella se habían
registrado unas muy siniestras voces que hablaban de matar o algo así, no
recuerdo exactamente. ¡Cómo no!
En fin, todas
las intervenciones que en esta temporada han tenido este hombre y Paloma
Navarrete, han sido del estilo. Puro circo y montaje. Y además apoyados y
secundados a las claras por el programa. Al parecer, no es nueva la cosa. En
temporadas anteriores no lo he seguido tan asiduamente, pero leí que hace ya
algunas, Iker, como parte de la campaña de publicidad de un libro suyo que salía
a la venta por aquel entonces, apoyó en el programa la investigación de un supuesto
caso de aparición fantasmal en un cementerio. ¡Sic! Aprovecho para informar que
los casos de encuentros con aparecidos en camposantos, son considerados
fraudulentos y desechables de entrada por los auténticos expertos. Un
cementerio es, probablemente, en lugar en que menos posibilidades existen de
encontrarse con un espectro. La cosa cae por propia lógica y coherencia: los
fantasmas, según la teoría normalmente admitida, se aparecerían en aquellos
lugares con los cuales mantuvieron una especial relación en vida –hogar,
trabajo…- o bien vendrían en busca de alguien en especial, en cuyo caso se
mostrarían allá donde esa persona se encontrase. En fin…
El caso es que
el tema acabó por revelarse como un burdo fraude, ante lo cual Iker, muy digno,
reaccionó inmediatamente anunciándolo como tal en el programa. Muy honresto él.
Y sin embargo, cuando dejas mensajes en la página de Cuarto Milenio en Facebook
opinando –siempre de forma respetuosa- que se están viendo nuevos montajes, te
los borran y te bloquean para que no puedas escribir otros. Se les ve muy
sinceros y honestos a estos chicos, sí.
El problema
está en que, por definición, un suceso paranormal es algo excepcional. Algo
extraño y que, por tanto, muy raramente ocurre. Y claro, con sucesos que sólo
de forma extraordinaria y muy raramente ocurren, no se puede mantener un
programa semanal y que, por tanto, con cadencia semanal necesita de éstos. Lo
que es por naturaleza extraño que ocurra –si es que realmente ocurre-, ha de
pasar a convertirse en algo que sucede habitualmente para que Cuarto Milenio
pueda salir en antena cada siete días. Y claro, si no hay suficientes casos,
habrá que inventarlos. O eso o cerrar el chiringuito. La verdad y la seriedad
en la investigación de estos fenómenos, se acaba cuando la cosa pasa a
orientarse por criterios comerciales y cada semana hay que tener un programa
preparado sí o sí. Si no hay nada con que llenarlo, habrá que inventárselo.
El daño que
con esto se está haciendo a la investigación paranormal, evidentemente, es enorme y, probablemente, irreparable. Resulta
totalmente comprensible que cada vez menos gente confíe en los supuestos
expertos, dotados, etc. En base a mi propia experiencia personal, como decía al
principio, casi puedo asegurar que algo de realidad hay en ciertos temas, pero
claro, con todo este circo, ¿a quién se lo cuentas? Precisamente, lo normal
resultará que quien realmente viva una de estas experiencias, no quiera pasar
por el mal trago de verse equiparado a toda esta suerte de comediantes.
Como
conclusión, os plantearé una reflexión: la investigación paranormal nunca admitirá un trato comercial ni podrá servir
de base por sí sola a ningún programa. Estos casos, si realmente existen, se
darán, como ya he comentado, de forma muy extraordinaria. La mayoría –tanto
como el 90 % o más- de aquellos a los que un supuesto experto en el tema pueda tener acceso y estudiar, serán casos de
sugestión o directamente fraudes. Tan sólo uno de cada muchísimos, en el mejor
de los casos, quizá tenga algo de real. Y claro, con eso no se puede cubrir una
demanda a nivel comercial. La gente quiere que le enseñes “fantasmas”. Que les
digas que hay otra vida después de la muerte y les muestres los casos que lo
demuestran. Si, en cambio, les cuentas que prácticamente todos lo que hay son
nada y sólo muy de tarde en tarde les muestras algo que, por lo general,
tampoco es todo lo clarificador que esperan y desean, está claro que la cosa no
funcionará desde ese punto de vista mercantilista. Como diría Risto Mehide, “no
comprarán”. En cambio, es la única vía seria de investigación y que, de existir
algo realmente, algún día podría llegar a confirmarlo.