Es posible la identidad del asesino en serie más famoso de la historia, no fue tan desconocida como nos ha hecho creer su leyenda. ¿Fue Vasily Konovalov, el barbero ruso, el sádico que aterrorizó el East End londinense en las postrimerías del siglo antepasado? ¿Quizá Scotland Yard guarda en sus informes secretos más de lo que ha dado a conocer?
Adéntrate en la figura y leyenda del homicida más enigmático de la historia.
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Quizá,
individualmente, unos de los más afamados sadistas de todos los tiempos, a
pesar de que el sadismo se le atribuye, o por lo menos, se dice que la palabra
desciende del marqués de Sade, fue, indudablemente, Jack el Destripador.
El más
listo también, a pesar de su criminalidad. Todo en él está envuelto en el
misterio, aun de mucho antes de que su nombre se fuera perdiendo entre las
nieblas de pasado. Incluso su historia o su biografía está envuelta en brumas.
Varios autores y obras han escrito todo lo que han podido sobre él. Unos, como
en la Enciclopedia
de Crimen y Misterio, dicen que sus asesinatos fueron cinco, y que otros
varios le fueron «colgados», mientras que otros biógrafos cuentan siete o más,
debidamente probados, y según lo escrito por el diario londinense de aquella
época, The Times, en el año 1888.
El primero un tres de abril, contra Emma Elizabeth
Smith, que por razones que no se han expuesto no fue publicado por el
mencionado diario. El segundo ocurrió el 7 de agosto, en los edificios de la Grove-Yard, y la
víctima fue Martha Tabram.
El tercer
asesinato ocurrió el 31 del mes últimamente mencionado. Mary Ann Nichols fue
la víctima. Su cadáver, casi descuartizado, con la indudable marca de Jack el
Destripador, según la opinión de la policía que advirtió idénticas semejanzas
con los anteriores, fue encontrado en Bucks Row.
El cuarto
crimen ocurrió el 8 de septiembre en Hanbury Street. La víctima se llamaba
Annie Shapman. Idéntica edad así como la profesión, pues desde el primero hasta
el último asesinato de Jack el Destripador, sus víctimas, de un modo u otro,
ejercían la prostitución.
El quinto
asesinato, el primero de octubre, contra Elizabeth Stride, y el lugar donde fue
encontrada la víctima, Barner Street. El The Times, dice así en su nota
periodística:
«... a última hora de la pasada noche la mujer fue
identificada por una hermana, como Elizabeth Stride, que parece ser tenía su
residencia últimamente en Flower y Dean Street. Un corresponsal, cuando le
enseñaron el cuerpo de la difunta, la reconoció por el nombre de Annie Bitzfierald,
que había sido detenida y condenada gran número de veces por embriaguez.
Siempre que era acusada ella negaba estar embriagada y daba como excusa que
sufría de convulsiones. Esta declaración, aunque no correspondía estrictamente
a la verdad en relación con sus visitas especiales a la comisaría de policía de
Thamas, en parte era correcta pues mientras la estaban acusando cayó al suelo
en una convulsión, y tuvo que ser conducida a la celda en estado de
inconsciencia.»
En Mitre
Square ocurrió el sexto asesinato. La víctima se llamaba Catherine Eddowes. La
difunta fue encontrada en el suelo con la cabeza inclinada hacia el lado
izquierdo, (siempre siguiendo las reseñas del The Times), su pierna izquierda
estaba extendida y la derecha doblada y los dos brazos igualmente extendidos.
La garganta, igual que las otras víctimas, estaban terriblemente cortada; presentaba
una enorme cuchillada que le cruzaba la cara desde la nariz a la mejilla derecha.
Parte de la oreja derecha hacia sido cortada. Presentaba también otras mutilaciones
indescriptibles.
El séptimo
asesinato ocurrió el 9 de noviembre en Dorset Street (Miller's Court) y el nombre
de la víctima era el de Mary Jane Kelly. Mary Jane, según los testigos de la
casa que habitaba, vivía con un hombre llamado Joseph Kelly aunque luego su
verdadero nombre resultó ser el de Joseph Narnett. Siempre siguiendo las
indicaciones de los testigos, se supo que ella había intercambiado golpes con
el que dijo era su marido, en una formidable pelea, y que él se marchó de la
casa y no regresó. A partir de entonces, según el informe de la policía, se
supo que la víctima «trabajaba la calle».
El veintidós de noviembre, se pensó que había
ocurrido el octavo asesinato pero no fue así. La víctima, en este caso, fue
una mujer llamada Anne o Annie Farmen de unos cuarenta años de edad.
Resumiendo; la susodicha mujer encontró en la calle a un tipo que le salió al
paso con proposiciones de toda índole. Aceptó pues no tenía dinero, y luego
ambos fueron, después de tomar unas copas, al número 19 de George Street, donde había
una pensión. Su acompañante pagó por una canta nueve peniques. Esto ocurrió a
las ocho de la noche; nada empero ocurrió hasta las nueve y media. Fue entonces
cuando se oyeron gritos procedentes de la habitación que ocupaba el hombre y la
llamada Farmen. Algunos hombres que se encontraban en la cocina de la casa,
alarmados, subieron las escaleras corriendo cuando ya la mujer descendía por la
misma. Estaba horriblemente pálida y llevaba un gran corte en la garganta que
sangraba profusamente. Dijo «él lo ha hecho», señalando la puerta de la calle.
Cuando los hombres salieron de allí, del asesino no había rastro alguno.
Simplemente un hombre que cuidaba su carro y su caballo.
Refiriéndose
a Annie Farmen, el The Times del 20 de noviembre, muestra una reseña en la que
se indica la impotencia de la policía por encontrar al asaltante de la
mujer... y termina diciendo que la policía, al parecer, estaba convencida de
que aquel hombre no estaba relacionado con los anteriores asesinatos.
La Enciclopedia del
Crimen y los Criminales, nos dice que Jack el Destripador jamás fue atrapado, y
que por este motivo es completamente imposible determinar el número de
asesinatos cometidos por este sádico. Sir Merville Macnangoten, antiguo jefe de
Investigación Criminal de Scotland Yard, declaró al respecto: «A Jack el
Destripador se le han llegado a atribuir catorce asesinatos, unos anteriores y
otros posteriores a 1888. Es suficiente para el asesino de Whitechapel la cifra
de cinco».
Pero no
toda la policía está de acuerdo con esta cifra, pues hay quien afirma que
fueron de cinco a seis. Y que de estos seis existe una fuerte duda acerca del
primero, el asesinato de Marcha Turnen, una prostituta de treinta y cinco años
de edad, en una escalera del edificio de George Yard, el 5 de agosto de 1888. Al
igual que el resto de víctimas del destripador tenía la garganta cortada por un
cuchillo de hoja larga; como todas las demás, era una prostituta y una borracha.
Pero aunque fue ferozmente atacada, no mostraba los signos de la mutilación
sistemática y diestra que era uno de los rasgos principales en los crímenes.
El East
End de Londres, desde finales de agosto hasta finales del mismo año, se vio
aterrorizada por el asesino desconocido. Se sabe que todos los asesinatos
fueron cometidos dentro de un área muy reducida, poco más de una milla
cuadrada, de la ciudad de Londres, llegando a los barrios de Whitchapel, Spitalfields
y Stepney.
Otra
constante en estos crímenes es que fueron cometidos entre las 11 de la noche y
las cuatro de la madrugada y en todos los casos la garganta de la víctima
estaba cortada y su cuerpo horriblemente mutilado en diversos grados de feroz
sadismo; a veces la cabeza estaba prácticamente separada del tronco y en ocasiones
fueron extraídas, tanto interna como externamente, diversas partes de los
cuerpos, demostrando el asesino «cierto elemental conocimiento de la cirugía».
Según laya
mencionada obra « (Enciclopedia del Crimen y de los Criminales»), las cinco
víctimas perfectamente clasificadas como pertenecientes al Destripador, fueron:
"Mary Ann
Nicholls, de cuarenta y dos años, muerta en Bucks Row (que desde entonces ha
cambiado el nombre por el de Durward Street), el 31 de agosto; Anne Chapman, de
cuarenta y siete, en un patio trasero de Hanbury Street, el 8 de septiembre;
Elisabeth Stride, de cuarenta y cinco, en Bernes Street, y Catherine Eddowers,
de cuarenta y tres, en Mitre Square, en la ciudad de Londres, ambas el 30 de
septiembre; y finalmente Mary Kelly, de veinticinco, en una habitación de
Miller's Court, Spitalfields, el 9 de noviembre."
Al parecer, el más horroroso y terrorífico de todos
los asesinatos fue el último, posiblemente porque fue la única ocasión en que
el asesino operó en una estancia interior, sin temor a verse interrumpido en su
macabra tarea. No sólo mutiló a su víctima, sino que le cortó los senos y le
quitó el corazón y los riñones que dejó sobre la mesa.
La impotencia de detener al asesino por parte de la
policía provocó casi un escándalo en todo el East End de Londres, donde se
formó un Comité de Vigilancia tan a cargo de los ciudadanos como del
Parlamento. Después del asesinato de Mary Kelly el comisario de la Policía Metropolitana,
Sir Charles Warren, tuvo que presentar su dimisión.
El apodo de “Jack
el Destripador” le fue aplicado al asesino como resultado de las
actividades del anónimo redactor de una carta que usó este nombre. Dicho
individuo envió varias a una agencia de noticias y a la policía, asegurando ser
el asesino y amenazando... «El próximo
trabajo que realizaré será arrancar las orejas de una dama y enviárselas a la
policía».
La autopsia de Catherine Eddowers y Elizabeth
Stride, dieron corno resultado positivo que se habían hecho intentos para arrancarles
las orejas, pero esto, posiblemente, no demuestra que las cartas fuera obra del
mismo asesino.
Si el Destripador asesinó
a las otras prostitutas en cualquier otro lugar del mundo o después de los crímenes
Withechapel, es sólo motivo de conjeturas. Hay una fuerte sospecha en la fuerza
de policía de que el asesino era un extranjero. El inspector jefe Abberline,
estaba convencido de que Geroge Chapman, el envenenador, era Jack el Destripador.
Chapman, que fue ejecutado en 1903, era un barbero cirujano polaco, cuyo
verdadero nombre era Severin Klosowski. Vivió en Whitechapel poco antes de que
el Destripador cometiera su primer
asesinato, mientras que la descripción del hombre que se había visto con Mary
Kelly poco antes de su asesinato coincidía con la de Chapman.
El autor
de El proceso de George Chapman, H.
L. Adam (1930), apoya la teoría declarando que entre 1891 y 1893, no se
produjeron asesinatos del estilo de los del Destripador
en Inglaterra, pero que «crímenes
similares ocurrieron en Jersey City. USA». En aquella época, Klosowski y
su esposa vivían en Jersey City, donde el primero había abierto una barbería.
Sin
embargo, y pese a una búsqueda completa en los anales criminales de los Estados
Unidos, no pudo obtenerse una base en que apoyar esta declaración. Sólo se
produjo un asesinato del tipo de los del Destripador
en la época en que Klosowski vivió en Jersey City, el cual fue la muerte y
mutilación de una prostituta en un hotel del muelle de Nueva York, en 1891.
Sir Merville Macnangoten afirmó que creía que el
asesino «se había suicidado sobre el 10
de noviembre de 1889». La identidad del sospechoso había sido establecida
en Somerset House, Londres, como el de un abogado, pero parece altamente
improbable que fuera esta persona quien cometiera los crímenes, por cuanto
carecía de la experiencia cirujana que fue una de las características de los
crímenes de Jack el Destripador.
Lógicamente, se formaron nuevas suposiciones, nuevas
hipótesis sobre la posible identidad del asesino, pero la mayoría, es decir,
todas, fracasaron. La más ingeniosa sugería que el Destripador era un comadrón que conocía el distrito y había
asistido anteriormente a sus víctimas. Pero no hay una base firme que sustente
esta teoría, como casi tampoco la de que el asesino era un policía.
El
rasgo más sorprendente de los crímenes era la manera extraordinaria que tenía
el asesino de combinar la audacia con la habilidad... Pese al hecho de que las
patrullas de la policía de la zona se pusieron en estado de alerta desde el
primer asesinato, el Destripador
continuó operando dentro de la misma reducida área y entre la misma clase de
víctimas. Sir Basil Thomson, antiguo comisionado Ayudante de la Policía Metropolitana,
afirmó:
«La creencia de los oficiales del CID, era que
los asesinatos eran el producto de un médico ruso demente.»
Cinco de los nueve
policías que se ocuparon del caso, convinieron que el asesino era un médico de
nacionalidad rusa o polaca.
Esto parecía ser lo más
sensato, lo posible. Hubo un ruso, barbero de profesión, con conocimientos de
cirugía, conocido bajo distintos alias: Alexander Pedaohenko, Vassily
Konovalov, Andrey Luiskovo y (en los círculos de la policía londinense) Mikhail
Ostrog. Trabajaba como barbero cirujano en Walworth, dentro del Aest End en la
época de los crímenes y asistía a una clínica de Camberwell como ayudante,
lugar en que se trataron a cuatro de las víctimas del Destripador.
Ese ruso, según
sospechas, había asesinado a una «grissette» de París poco antes de su llegada
a Londres. Su descripción concordaba con la que se había dado del Destripador por un hombre que proclamaba
haberle visto de muy cerca. Más tarde regresó a Rusia, donde murió en un
sanatorio mental después de haber sido detenido por la policía como resultado
del asesinato de una mujer en San Petersburgo en 1891. La Ochrana
Gazett, el
boletín oficial de la policía Secreta de Rusia, llamó a Kanovalov el hombre «buscado por el asesinato de cinco mujeres
en el East End londinense en 1888».
Posiblemente,
pero sólo posiblemente, esto sea un hecho concreto, aunque existe la
posibilidad, no remota ni mucho menos, que nadie, ni Scotlad Yard, ni la policía
rusa de aquel entonces, llegaran a saber nunca con certeza quién fue en
realidad el hombre que les trajo en jaque durante mucho tiempo.
Tal vez también, si
pudiéramos echar un vistazo a los archivos policiales en la Scotland Yard de
aquella época, respecto al sádico Jack el
Destripador, nos encontraríamos con cosas insospechadas; con datos, con
testimonios, con declaraciones testificales, con «algo» que jamás se dio a la
publicidad, ni antes ni ahora. Tal vez allí, secretamente, sí esté registrado
el verdadero nombre de Jack el
Destripador.
Hasta ahora sólo he
hecho una reseña de lo que se sabe, de lo que se supo a su debido tiempo por
mediación de las noticias publicadas en el The
Times de Londres, y nada más; pero por desgracia, los periódicos de todos
los países no siempre dicen lo que deberían decir.
Unas veces les coarta la censura y otras la propia
policía que por un motivo u otro, por una causa u otra, impide la publicación de tal
o cual noticia. Por otra parte, los sumarios son secretos. Sí, posiblemente, en
alguno de los sumarios que en su momento se levantaron a raíz de los crímenes
relatados, conste el verdadero nombre de uno de los criminales más listos y
más sádicos de todas las épocas, individualmente, como ya dije al principio de
este capítulo.
Fuente: El infierno del otro sexo. J.M. West. Ediciones Petronio (1976)
Fuente: El infierno del otro sexo. J.M. West. Ediciones Petronio (1976)
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