Pese a lo que podáis pensar
muchos, los principios y postulados luciferinos están resultando más
compatibles con los científico de lo que se hubiera podido pensar hace todavía
no muchos años. El ejemplo que más a menudo suelo citar, es la concepción de la
realidad de ésta doctrina. Según ella, los seres humanos habitamos un plano de
la realidad, que no es sin embargo uno más entre otros varios. Se habla así del
inframundo para referirse a aquél en que se moverían Lucifer y los otros seres
superiores, y de “la partida hacia otros planos” que ya he comentado. También
de una macrorealidad que nos envuelve y no percibimos, pero que sin embargo
captamos de alguna manera, especulándose que, las coincidencias entre
religiones a que me referí al principio, vendrían dadas por esa misma
percepción por parte de los distintos pueblos que conoció la humanidad,
explicada por cada uno a su manera y según sus posibilidades.
Pues bien, esto podría muy
bien corresponderse con la moderna teoría
de cuerdas y su universo multidimensional. Según la física de vanguardia,
habitamos un universo de once dimensiones, de las cuales sólo conocemos y nos
movemos por cuatro. A saber: ancho, largo, alto y tiempo. Nuestros sentidos
sólo captan la porción de realidad perteneciente a éstas. Sin embargo quedarían siete restantes -curiosamente, siete son precisamente los
planos que, según la Biblia de Lucifer y el postulado luciferino, ha
de atravesar Lucifer para descender hasta el tiempo de los hombres-, que nos envolverían sin percibirlas, así como tampoco
percibiríamos a los seres que en esas realidades pudieran desenvolverse. No
obstante es de suponer que pudieran darse combinaciones de dimensiones
diferentes. Si nosotros nos desenvolvemos en ancho, largo, alto y tiempo,
podría darse que, determinados seres, se movieran en X, Y, largo y Z, por
ejemplo, con lo cual compartiríamos una dimensión y existirían determinadas
“interferencias”, que podrían corresponderse con seres que el ser humano ha
mediocaptado desde siempre y, en su ingenuidad, concebido como fantasmas,
extraterrestres, seres mitológicos, duendes, etc, a los que se atribuyen
extrañas apariciones y desapariciones. Éstas distintas combinaciones de
dimensiones, coincidentes en mayor o menor medida, o incluso en ninguna, con la
nuestra, se corresponderían con los distintos planos de que hablé.
Pero aun podría haber más.
Desenvolviéndonos en una realidad parcial de cuatro dimensiones, insertada en
una total de once, podría ser también que, perteneciendo a ella como
pertenecemos, percibiéramos de alguna manera algo de aquello que nos envuelve y
no captamos plenamente. Dado que no sería con nuestros sentidos, no podríamos
traducirlo a concepciones posibles para nuestra mentalidad, que únicamente
concibe en alto, largo, ancho y tiempo. Esto podría corresponderse con esa
misma realidad captada por los distintos pueblos, que dio lugar a las distintas
religiones según la explicación de cada cual, pero con coincidencias notorias
entre ellas.
Finalmente, los dioses de que
se habla en aquéllas, Lucifer, los ángeles y demás, podrían resultar seres
multidimensionales. Seres, en su caso, capaces de percibir la realidad en su
total dimensión y desenvolverse por toda ella a través de todos los planos y dimensiones
que la conforman. La figura de Creador queda al margen de esta hipotética
clasificación. De existir -la doctrina luciferina cree que lo hace-, este ser
no sólo se desenvolvería a través de la realidad en su totalidad, sino que
sería la fuente de ésta.
En fin, para entender la cosa
más o menos hay que dedicar muchas horas a la lectura científica y proceder a
la contrastación, pero he querido citar en éste artículo una comparación que
suelo hacer cuando intervengo en debates sobre el tema.
Próximo:
5ª parte: para finalizar
interesante...
ResponderEliminarOgual que en el otro mensaje te digo. Me alegra que así lo encuentres. ;-)
ResponderEliminarHace tiempo pence algo muy parecido me emociona mucho leer hacerca de ello.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
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