Por el monte de
Olivete
se pasea una doncella.
Yo que fui tan
desgraciado,
fui a caer en manos
de ella.
Ya me coge de la mano,
ya se va ya, se me
lleva.
Ni me lleva por
caminos,
ni por veredas, ni
sendas.
En lo hondo de un
barranco,
más de 2000 cruces
viera.
Yo me atreví a preguntarle
de qué cruces eran éstas:
de qué cruces eran éstas:
“son de hombres que tengo muertos
y están debajo de la tierra.
Lo mismo he de hacer contigo,
Cuando la gana me diera”.
Ya llegamos a la
cueva,
donde se acostaba
ella,
y a mí me dio un
eslabón
para que la luz
encendiera.
A mitad de la noche,
se le revolvieron las enaguas
y también la
camisuela.
Yo le vi patas de
gallo
y el cuerpo de una
culebra.
Al ver tan gran
disparate,
me levanté de su lado
y salí puertas
afuera,
y fui 3000 leguas
sin revolver la
cabeza.
A las 3000 leguas,
cuando revolví la cabeza,
la vi venir corriendo
como una fiera.
“¡Aguarda, traidor, aguarda!
¡Espera traidor, espera!,
que te voy a dar una carta
que la lleves a mi padre que es el Rey
y a mi madre que es la Reina.
A mi tío que es el Duque
y a mi tía la Duquesa”.
Al ver que no me
esperaba,
cogió una piedra del
suelo
y la hizo andar siete
leguas;
y al ver que no me
llegaba
se puso a maldecir del
Sol
y también de las
estrellas:
“por un hombre que no he muerto,
tengo que ser descubierta”.
Oración popular
Mi madre me
recitaba esta oración siendo niña. Años más tarde, ya en la adolescencia, un
amigo me comentó de un conocido suyo que a su vez, le había contado que su
padre le relató una escalofriante experiencia que vivió de joven cuando, tras
haber sido invitado por una bellísima joven a acompañarla a su casa, descubrió
al levantársele la falda a causa de un repentino soplo de viento, que sus pies
eran los de un gallo –o gallina-, provocando con ello su huida inmediata.
Evidentemente, quedé muy sorprendida con
aquello, pues nada había comentado yo nunca con mis amigos acerca de la oración
de mi madre. Por aquél entonces, no sospechaba yo que la cosa tenía que ver con
uno de los mitos más impactantes y difíciles de digerir del folklore europeo y
árabe: el de los necrófagos.
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Necrófagos
Oraciones como la de mi madre
debieron cumplir en otro tiempo la función de advertir, sobre todo a los
jóvenes inexpertos, acerca de los peligros que echaban en los parajes
solitarios alejados de los pueblos. Especialmente en caso de encontrarse en ellos
a una hermosa joven desubicada y solícita de sus favores. La amenaza de los
demonios necrófagos acechaba en aquellos lugares alejados de las poblaciones,
allá donde éstos tenían sus dominios, alejados de los hombres y sus leyes.
Desagradables, asquerosos y
repugnantes, estos demonios gustan de desenterrar restos humanos y comer carne
putrefacta. En la mitología, los necrófagos son seres que se alimentan de
cadáveres de seres humanos que frecuentemente matan a sus víctimas, las cuales
nunca se dan cuenta que están frente a un necrófago ya que estos cambian de
forma.
Forman parte
de muchas leyendas de Europa y Medio Oriente. Aunque los necrófagos tienen su
sitio en el folklore occidental, donde primero aparecieron fue en las leyendas
del mundo árabe islámico, según las cuales pertenecían a una raza rebelde de
espíritus malignos. Principalmente habitan en los desiertos, pero también se
esconden en cuevas, vagan por los bosques y fisgan en los sitios donde han
muerto humanos recientemente. Los necrófagos, con su conducta caníbal y su
gusto por saquear tumbas, han sido temidos en todo el norte de África, Oriente
Medio e India. Además, aunque consumen a placer cualquier tipo de cadáver que
encuentran a su paso, la mayoría no se quedan realmente satisfechos hasta que
han matado ellos mismos a alguien.
No se puede
describir con precisión a estos necrófagos. Algunas historias dicen que parecen
camellos, bueyes, caballos o avestruces de un solo ojo. Otras hablan de una
criatura con una pelambrera abundante y revuelta que le cubre los ojos. De
todos modos su aspecto "real" importa poco, dado que el necrófago se
transforma constantemente y es capaz de convertirse en lo que sea con tal de
atraer la atención de un humano. A veces adopta la forma de un viajero solitario
que afirma conocer un atajo, para convencer al auténtico viajero de ir hacia el
desierto, donde puede matarlo sin dificultad y luego comérselo. No obstante, el
truco favorito de todo necrófago es presentarse como una hermosa mujer,
atracción ideal para cualquier varón que ande por ahí.
Un viajero que
esté muy alerta puede protegerse si descubre el único rasgo que el necrófago no
puede disimular: sus pies. Cualquiera sea la forma que adopte la criatura,
siempre conservará sus pezuñas de cabra, camello o asno. Por desgracia, si la
víctima se encuentra lo suficientemente cerca del necrófago para notar ese
rasgo, ya no podrá escapar.
Los ghouls
Dentro del
folklore árabe, los ghouls o guls son demonios necrófagos que habitan
en lugares en donde se incineraban cadáveres, cementerios y parajes inhóspitos.
Son una clase de djinn que se supone,
es contratada por Iblís. Las hembras de la especie se llaman “ghouleh”; “ghilan”.
Vagan por los
desiertos, son teriántropos, siendo su forma favorita la de la hiena y están clasificados
como monstruos no muertos. Los gules profanan las tumbas y se alimentan de los
cadáveres, pero también secuestran niños para devorarlos. La mención literaria
más antigua que menciona a los guilan se encuentra en Las mil y una noches. Existe también una variante femenina, llamada
ghouleh, traducida a veces como algola.
El término fue
mencionado en la literatura inglesa en 1786, en la novela ambientada en el
oriente de William Thomas Beckford Vathek3 que describe al ghūl del folclore árabe.
Por extensión,
la palabra gul también se utiliza
peyorativamente para referirse a una persona que se deleita en lo macabro, o
cuya profesión esté vinculada directamente a la muerte, como un enterrador. En
árabe coloquial, el término se utiliza a veces para describir a un individuo
desmedidamente ambicioso o glotón.
El gul puede cambiar de forma, asumiendo
la de una hiena u otro animal del desierto. Generalmente, intenta desorientar a
los viajeros inexpertos que cruzan el desierto, llevándoles a la muerte. La
criatura también caza niños pequeños, bebe sangre, roba monedas y come carne de
cadáveres.
Grobnik, el vampiro necrófago.
En el distrito
de Struga, Bulgaria, habita uno de los vampiros necrófagos más insaciables del
folklore europeo: grobnik, cuyo
nombre significa, literalmente, "de
la tumba".
Se dice que
alguien se convierte en grobnik luego
de morir estrangulado, otros afirman que para transformarse en esta abominable
entidad mononeuronal es imprescindible acarrear desde la cuna una pasión
desmedida por lo pútrido y lo corrupto.
Cuando el cuerpo
de un estrangulado es enterrado -anotan los cronistas- su espíritu lucha contra
la carne muerta, intentando volver a accionar sus mecanismos. Durante nueve
días opera sobre músculos, tendones y articulaciones, recuperando una
motricidad austera que apenas le permite moverse, dando la impresión de
tratarse de un muñeco sacudido por espasmos y temblores repentinos.
A lo largo de
los cuarenta días siguientes a su muerte el
grobnik abandona el sepulcro, vagando por los cementerios y camposantos en
busca de roedores e insectos. Durante este período no se atreve a entrar en
contacto con humanos, ya que se encuentra visiblemente vulnerable. Incluso su
sombra, una silueta negruzca salpicada de chispas azuladas, puede llegar a
aniquilarlo si crece demasiado bajo una luz artificial.
Cuando
concluye este período de cuarenta días, el grobnik
adquiere una fuerza sobrenatural. Su carne licuefacta adopta una consistencia
impenetrable; y recién allí se aventura con presas de mayor tamaño, como
perros, gatos, aves y niños. Rápidamente desarrolla una pulsión necrófaga
incontenible, aguardando en su cubil la caída de la noche, momento en el que se
dispone a desenterrar los cadáveres más frescos para alimentarse de ellos.
El grobnik tiene una predilección macabra
por los cadáveres de mujeres jóvenes, sobre los que practica toda clase de
caricias indignas, que en general concluyen con alaridos y letanías
terroríficas, preludio de un festín que puede durar hasta las últimas horas de
oscuridad.
Rara vez ataca
a personas adultas, ya que su vista suele traicionarlo aumentando los objetos
que lo rodean. En Bulgaria suelen venderse unos talismanes mágicos que, según
se dice, mantienen al grobnik fuera
de la órbita de una tumba determinada. Una vez atrapado se procede a quemarlo
con madera de fresno, y sus cenizas son desperdigadas a los cuatro vientos, e
incluso inhaladas por chamanes excesivamente escrupulosos.
La fantasía y
el terror
Aunque no es
una criatura especialmente llamativa, espectacular o con tintes románticos como
otros tipos de no-muertos (zombis, esqueletos, liches, fantasmas, vampiros,
etc.), el necrófago también ha tenido su papel en la fantasía, pero en menor
medida. Su aparición suele ser como seres menores, más peligrosos por su número
que de forma individual y/o sometidos al dominio de algún no-muerto, nigromante
o señor oscuro poderoso, formando parte de su servidumbre o huestes. Una
característica que se le suele aplicar a estos seres, suele ser el hecho de que
sus garras poseen algún tipo de toxina venenosa que infecta a sus víctimas,
paralizándolas o dañándolas. Un buen ejemplo de esto es el caso del necrófago
en Dungeons & Dragons o Warhammer, en donde esta criatura se
ciñe perfectamente a la descripción dada.
En el campo
del terror, vale la pena destacar la aparición de los necrófagos en la obra de
H. P. Lovecrat y Clark Ashton Smith, donde estos seres aparecen con el nombre
de gules en castellano y ghouls en
inglés.
Los gules son
criaturas que moran en túneles bajo los cementerios, tanto en las Tierras del Sueño como en el mundo de la
vigilia. Son fácilmente identificables por sus rasgos caninos, pezuñas en los
pies, piel gomosa, olor a moho y tumba y repugnantes costumbres. Sus túneles se
extienden bajo los cementerios de todo el mundo, donde recogen sus presas y las
llevan a las Tierras del Sueño para devorarlas, arrojando los restos al valle
de Pnath.
La
organización social de estas criaturas es bastante escasa y anárquica, siendo
sus líderes ocasionales individuos a los que respetan y deciden seguir. En las Tierras del Sueño se han aliado con los
ángeles descarnados (nightgaunts),
que les sirven como transporte cuando necesitan desplazarse más allá de sus
túneles. Aunque a veces hagan pactos con Primigenios como Nyoghta o Mordiggian,
como especie no sirven a ningún señor y viven libres y sin ataduras. Sin
embargo han surgido dos corrientes entre los gules: los Tradicionalistas que
adoran a Mordiggian y siguen las costumbres de robar en las tumbas y los
Renegados, que prefieren dedicarse a la emoción de la caza, raptando seres
vivos para matarlos y devorarlos.
No son
hostiles con los humanos que hayan tomado contacto con ellos y hayan aprendido
su lengua de gimoteos y balbuceos, o que porten un ankh, símbolo que respetan y puede ser utilizado a modo de salvoconducto
o bandera blanca para cruzar territorio gul o contactar con ellos. Pero pueden
responder con dureza contra aquellos que se interpongan en sus asuntos.
La relación
entre gules y humanos es estrecha, hasta el punto de que un humano puede
transformarse en gul si sigue su dieta y comienza a vivir entre ellos. Además,
en ocasiones estos demonios necrófagos también raptan a niños humanos y los
cambian por una de sus crías.
Faltaria agregar que las hembras son conocidas como "algolas" y pueden llegar a formar parejas permanentes pero al final terminaran devorando a su marido.
ResponderEliminarmuy buen informe Ana