Desde que el
hombre es hombre, se ha sentido fascinado por el mar. Simboliza éste la figura
de la madre en el inconsciente colectivo freudiano, a la vez que el aspecto más impredecible
e incontrolable de la Naturaleza, su fuerza más pavorosa y terrible cuando se desata.
Los marineros
lo veneran y temen como a una voluble mujer, ante cuyos caprichos el ser humano
resta totalmente indefenso. Durante miles de años, el mar ha sido fuente de
leyendas, unas hermosas, oscuras las otras. Una de las más fascinantes y
enigmáticas, es sin duda la de el "Holandés Errante”, el bajel fantasma
condenado a navegar a la deriva junto a su espectral capitán, hasta el día en
que éste encuentre el amor de una mujer que lo redima de su maldición.
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Una
nave tropieza con una terrible tormenta, pero su capitán, enloquecido y sordo a
las súplicas, rehúsa buscar refugio. Como castigo, es condenado a recorrer los
mares durante toda la eternidad. ¿Cuál es el origen de la famosa leyenda del Holandés Errante?
La
historia del Holandés Errante es una
de las más famosas y quizá de las más antiguas leyendas del mar, ya que circula
desde hace, por lo menos, 500 años. Pero posiblemente su origen se remonte a
tiempos muy anteriores al nacimiento de Cristo. Esencialmente, la historia es
la siguiente: un maniático capitán holandés -por supuesto, el término «Holandés
Errante» se refiere al capitán y no a su barco- desafía la ira de Dios y como
resultado es condenado a navegar por los océanos eternamente, provocando la
muerte de todos cuantos ven su nave espectral. Esta historia ha sido elaborada
por muchos escritores, pero constituye algo más que una ficción, una siniestra
historia del mar para asustar a crédulos marineros de agua dulce en tabernas
portuarias. Este barco fantasma ha sido avistado en numerosas ocasiones, las
últimas en pleno siglo XX.
Muchas
autoridades sostienen que la historia del Holandés
errante se originó a partir de un hecho real, aunque sobre este punto no
hay acuerdo. El problema se complica aún más porque existen muchas versiones de
la historia, en las que el capitán puede llamarse Vanderdecken, Van Demien, Van
Sraaten o Van alguna otra cosa.
La
versión más conocida de la historia del Holandés
Errante habla de un tal capitán Vanderdecken, cuya nave fue atrapada en una
terrible tormenta cuando doblaba el cabo de Buena Esperanza. Los pasajeros,
aterrorizados, rogaron a Vanderdecken que se refugiara en un puerto seguro o
que, por lo menos, arriara velas a intentara capear el temporal, pero el
enloquecido capitán se rió de sus súplicas y, atándose al timón, comenzó a
cantar canciones sacrílegas.
La
tripulación también se alarmó por la conducta de su capitán e intentó hacerse
con el control de la nave, pero el intento de motín fue sofocado cuando
Vanderdecken arrojó a su líder por la borda, mientras los aterrorizados
pasajeros y la tripulación se encomendaban a Dios. En respuesta a sus plegarias
las nubes se abrieron y una luz incandescente iluminó el castillo de proa,
revelando una figura gloriosa que según algunos, era el Espíritu Santo,
mientras otros dijeron que era Dios.
La
figura se enfrentó con Vanderdecken y le dijo que, ya que disfrutaba con los
sufrimientos ajenos, de ahora en adelante sería condenado a recorrer el océano
eternamente, siempre en medio de una tempestad, y provocaría la muerte de todos
aquellos que le vieran. Su único alimento sería hierro al rojo vivo, su única
bebida la hiel, y su única compañía el grumete, a quien le crecerían cuernos en
la cabeza y tendría las fauces de un tigre y la piel de una lija (lo cual
parece muy injusto para el pobre grumete quien, hasta aquí, no había tenido
ningún papel independiente en la historia y, presumiblemente, sentía tanto
temor ante Vanderdecken como el resto de la tripulación). Sin embargo, con
estas palabras la visión desapareció, y con ella todos los pasajeros y
tripulantes. Vanderdecken y el grumete quedaron abandonados a su destino.
Ésta
es la versión clásica de la historia del Holandés
Errante. Puede ser que se base en hechos, pero no hay acuerdo acerca de
cuáles pudieron ser esos hechos. Una versión afirma que la historia deriva de
la saga escandinava de Stote, un vikingo que robó un anillo a los dioses y cuyo
esqueleto, cubierto con un manto de fuego, fue hallado después sentado en el
palo mayor de una nave negra y fantasmal.
Otros
creen que la historia es más reciente y sugieren que se originó en las
aventuras de Bartolomeu Dias (c. 1450-1500), navegante portugués que descubrió
el cabo de Buena Esperanza en 1488 y cuyas proezas marítimas llegaron a parecer
sobrehumanas, según la biografía que escribió sobre él Luis de Camoes.
Una
partida de dados con el Diablo
Otros
investigadores han desenterrado una dudosa historia acerca de los dos barcos
mercantes holandeses del siglo XVI cuyas tripulaciones avistaron el fantasma de
un bajel que se había perdido en el Pacífico; la historia del Holandés Errante derivaría de esto. Otra
teoría es que la historia se basa en la leyenda de un alemán llamado Von
Felkenberg, que se jugó el alma a los dados con el Diablo y perdió. Una leyenda
holandesa similar habla del capitán Van Straaten y también se cuenta una
historia acerca de Bernard Fokke.
Fokke,
capitán del Libera Nos, era famoso por la rapidez con que realizaba sus
travesías. Quienes envidiaban su habilidad de navegante afirmaban que había
establecido un pacto con el Diablo, algo que la extrema fealdad de Fokke y su
mal carácter ayudaban a creer. Un día se embarcó en un viaje del que no retornó
y se rumoreó que, finalmente, el Diablo había cobrado su recompensa.
No
es improbable que la leyenda del Holandés
Errante naciera como consecuencia de un hecho real, aunque, sin duda, éste
habrá sido algo más prosaico que la venta de un alma al Diablo. Existen muchos
casos de buques que fueron abandonados por error por su tripulación, en la
creencia de que estaban a punto de zozobrar, y luego siguieron a flote durante
días, semanas, meses a incluso años, siguiendo los caprichos del viento y las
mareas. El más famoso de esos barcos es el Mary Celeste, pero no es el único.
Quizá una de las historias más notables sea la del clíper lanero Marlborough, que
desapareció en 1890 mientras de Australia se dirigía a Inglaterra. Se dice que
fue hallado 23 años después, frente a las costas de Chile. Aunque la historia
del Marlborough sea una exageración, resulta fácil imaginar su efecto en las
mentes de marinos supersticiosos en aguas poco conocidas, cuando vieron al
buque abandonado emerger súbitamente de la niebla.
La
historia del Holandés Errante ha
inspirado muchas obras de ficción. El poeta norteamericano Henry Wadsworth
Longfellow (1807-1882) escribió sobre este aspecto en The phantom ship (El buque
fantasma), que figura en su libro Birds
of passage (Aves de paso). Edward
Fitzball escribió un melodrama llamado El
Holandés Errante, y el francés August Jal la versión más conocida de la
historia en sus Scénes de la vie maritime
(Escenas de la vida marítima). El
poeta lírico alemán Heinrich Heine (1797-1856), inspirándose en el melodrama de
Fitzball o en un cuento anónimo titulado Vanderdecken's
message home (El mensaje de
Vanderdecken) -que apareció en Blackwood's
Edinburgh Magazine-, escribió sobre el buque fantasma en sus Memoiren des Herrn von Schnabelwopski (Memorias del señor Schnabelwopski).
Esto, a su vez, fue indudablemente lo que inspiró la ópera de Wagner El buque fantasma, en la que
Vanderdecken puede bajar a tierra una vez cada siete años, para encontrar a una
mujer cuyo amor pueda redimirlo. Otros escritores que tocaron el tema fueron
Frederick Marryat (El buque fantasma, 1839) y Walter Scott (Rokeby, 1813).
Sin
embargo, el Holandés Errante es más
que mera leyenda o ficción. A lo largo de los siglos mucha gente afirmó haber
visto el espectro de la nave. Uno de los informes más antiguos apareció en 1702
en la Magnalia Christi Americana,
historia eclesiástica de Nueva Inglaterra que escribió Cotton Mather, autor
prolífico y célebre pastor puritano. Pero muchas de las observaciones son
difíciles -si no imposibles- de comprobar y, por lo tanto deben ser descartadas
como espejismos, alucinaciones o visiones debidas a un exceso de alcohol. Pero
existe un informe excepcional. En 1881, una observación del barco del Holandés
Errante fue comunicada por el príncipe Jorge de Inglaterra -que después reinó
como Jorge V- y por su hermano mayor, el príncipe AIberto Víctor, duque de
Clarence... el mismo duque de Clarence que hoy figura entre los sospechosos de
haber sido el infame Jack el Destripador.
Se
ha dicho que el incidente aparecía en el libro de bitácora del Baccante, pero no es así. En cambio, sí
aparece en un relato del viaje de los príncipes en ese buque, compilado por
John H. Dalton a partir de sus diarios personales, cartas y libros de notas. En
el momento de la observación los príncipes estaban a bordo de otro barco de la
flota, el Inconstant, ya que habían
sido trasladados allí cuando el Baccante
tuvo problemas en el timón. El relato dice: “11
de junio de 1881. A las 4 de la madrugada el «Holandés Errante» cruzó nuestro
rumbo. Era una extraña luz roja, como la de un buque fantasma, incandescente, y
en el centro de esa luz, los mástiles, palos y velas de un bergantín, a 200 m
de distancia, se destacaron con fuerte relieve cuando se acercó a nuestra amura
de babor. El vigía del castillo de proa informó que estaba cerca de la amura,
donde también lo vio claramente el oficial de guardia desde el puente, como
también el guardiamarina del alcázar, que fue enviado inmediatamente al
castillo de proa, pero al llegar allí no logró ver vestigios ni señales de
ningún barco material, ni cerca ni en el horizonte, pese a que la noche era
clara y el mar estaba en calma. En total fue visto por trece personas, pero
si se trataba del Van Demien del «Holandés Errante», o qué, no lo sabremos.
El Tourmaline y el Cleopatra, que
navegaba a estribor, hicieron señales para preguntar si habíamos visto la
extraña luz roja.
A las 10:45, el marinero que esta
mañana había avistado al «Holandés Errante» cayó desde las crucetas del
mastelerillo de juanete y se hizo trizas. A las 16:15, se efectuaron honras
fúnebres y su cadáver fue lanzado al mar. Era un valiente marinero real, y uno
de los más prometedores tripulantes del barco, y todos se sienten muy tristes
por su pérdida. En el siguiente puerto nos encontramos con el almirante, que
también se mostró muy disgustado.”
Alrededor de 13 personas en el Inconstant, además de una cantidad no
especificada de personas en el Tourmaline
y el Cleopatra, vieron el espectro, aunque si era el Holandés Errante u otro
espectro «no lo sabremos», tal como
dijeron los príncipes. Pero, tal como afirma la leyenda, la visión acarreó la
muerte de una persona.
Los
nazis también
Una
de las fuentes más inesperadas de un informe sobre el barco del Holandés Errante es -según se dijo- Karl
Dónitz, comandante en jefe de la flota alemana y efímero sucesor de Adolf
Hitler. Se dice que vio la nave espectral mientras se hallaba en una misión al
este de Suez, y que después afirmó que sus hombres preferían enfrentarse con
toda la flota aliada antes que vivir nuevamente el horror de ver el barco del Holandés Errante.
El
del Holandés no es, por cierto, el
único espectro marino. En 1949 se estimaba que había más de 100 casos «bien
comprobados» de naves fantasmas que frecuentaban la costa noreste de los
Estados Unidos.
El
buque fantasma más famoso de los Estados Unidos es, probablemente, el Palatine, que fue tema de un famoso
poema de John Greenleaf Whittier. Según la leyenda, en 1752 una tormenta arrojó
al Palatine contra las rocas de Block
Island, cerca de Rhode Island, y sus restos fueron incendiados por los
pescadores. Una pasajera quedó atrapada y se quemó viva. Desde entonces, el
espectro del barco en llamas ha sido visto en innumerables ocasiones.
Es
difícil descartar las pruebas de que algo -se le llama «la luz del Palatine»- ha sido visto con regularidad cerca de la
costa. Pero una investigación cuidadosa revela que ningún barco de esas
características naufragó jamás en Block Island. Sin embargo, también se
descubrió que 14 años antes, en 1738, el Princess
Augusta, que llevaba 350 refugiados del Alto y el Bajo Palatinado, en
Alemania, sí naufragó en la costa norte de Block Island en circunstancias
similares a las que se atribuían al Palatine.
No cabe duda de que éste fue el origen de la leyenda. Sólo un elemento del
destino del Princess Augusta difiere
de la leyenda del Palatine: el Princess Augusta se hundió y no fue
incendiado. De modo que si el espectro que se ve con tanta frecuencia cerca de
allí es el espectro del Princess Augusta,
¿por qué el buque fantasma aparece en llamas?
Otro
barco fantasma bastante conocido es el Goblin,
negro y con velas de cruz, del que se dice que es visto con frecuencia por los
habitantes de Porthcurno Cove, cerca de St. Leven, en Cornualles (Inglaterra).
Este espectro es característico porque se le ve dirigirse a la costa; después
de desliza sobre tierra firme, y finalmente desaparece.
¿Qué
son, entonces, esos buques fantasma, esos espectros del mar? Se les puede aplicar
las mismas preguntas, especulaciones y teorías que se refieren a los fantasmas
en general. Pero el Holandés Errante
se distingue de las historias folklóricas y de fantasmas habituales: ha sido
visto muchas, muchísimas veces. Si el barco no existe, ¿qué fue entonces lo que
vieron los príncipes a bordo del Inconstant?
Dado que la aparición del Holandés
Errante y de su barco parece predecir sólo muertes o desastres, quizá lo
más razonable sea no buscar la respuesta con demasiado empeño.
https://www.facebook.com/notes/jorge-bernabe-lobo-aragon/el-pajaro-volador-y-el-holandes-errante/1685066488185635
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