La noticia:
La escuela Sandy Hook en Newtown, Connecticut, fue el escenario de la masacre que costó la vida a 27 personas, 20 de ellas niños. Esta tragedia no solo ha dejado un inmenso dolor para amigos y familiares. También ha generado una tremenda inquietud en la opinión pública de los EEUU y del resto del planeta, que ve con preocupación cómo este tipo de infames actos se repiten cíclicamente sin que nada o nadie parezca evitarlo.
Pero dentro de
la desgracia también afloran historias de heroísmo. Como la
protagonizada por tres mujeres, una profesora de primaria, la directora del
centro y la psicóloga. Las tres fallecieron en el ataque, pero las tres pasarán
a la historia por sus heroicos actos.
Victoria Soto, de 27 años, maestra de primer grado, ocultó a sus
alumnos en taquillas, armarios y en el baño. Cuando Adam Lanza, el presunto
autor de la masacre, llegó a su clase y le preguntó dónde estaban sus alumnos,
ella mintió y le dijo que los había
llevado al gimnasio. Lanza le disparó en el acto y se fue. Su clase entera sobrevivió. (Añadido
posterior: las primeras noticias resultaron erróneas. Siete u ocho de los
alumnos ocultados pro Victoria, abandonaron su escondite para intentar huir y
fueron abatidos. El resto sobrevivió. En cualquier caso, ello no resta un ápice
de heroísmo y mérito a su acción).
Diane Day, un trabajadora de
la escuela, dijo al Wall Street Journal que ella y otros profesores estaban en
una reunión con Dawn Hochsprung
(47 años), la directora de la escuela, y March Sherlach (56 años), psicóloga de la escuela cuando comenzó
el tiroteo. Las dos mujeres saltaron de sus asientos y fueron a buscar al asaltante para intentar frenarle.
Ambas fueron asesinadas a quemarropa.
Las tres fallecieron pero sus
nombres siempre serán recordados: sin su valentía para encarar a Adam Lanza,
seguro que los estragos de su irracional acto hubieran sido incluso peores.
El
comentario:
En primer
lugar, mostrar mi pesar por lo ocurrido y mi respeto y admiración por estas
tres heroínas.
Tras ello,
comentar que se están diciendo muchas tonterías sobre la legislación americana
en materia de armas y la responsabilidad que pueda tener en este tipo de crímenes.
En Europa, con
toda nuestra legislación prohibitiva en la misma materia, ya hace años que
venimos sufriendo sucesos similares. Tan sólo en los dos últimos años, Behring Breivik asesinó a 77 muchachos el 22 de julio de 2011 en
Noruega; Mohamed Merah a 7 en Francia, 3 de ellos niños; y Juan Carlos Alfaro Aparicio a dos –una de ellas
una niña de 13 años-, que pudieron ser muchas más, pues el suyo fue un crimen
de este mismo tipo.
La legislación americana en materia de armas no tiene la culpa. Allí
tienen muy arraigado el convencimiento –que yo comparto totalmente- de que el derecho a proteger la
propia vida y la de tus seres queridos es algo sagrado. Aquí en España, por
ejemplo, conocemos bien la violencia de las bandas que asaltan viviendas con
sus inquilinos dentro, golpeando brutalmente y hasta asesinando frecuentemente
a éstos. Nadie puede negar a una persona el derecho a tener un arma en su casa
para protegerse de algo así. De hecho, si alguien en la isla de Utoya hubiese
tenido un arma para enfrentarse a Breivik, por ejemplo, este no hubiera natado
a tanta gente. Recordemos que estivo 90 minutos asesinando impunemente hasta
que llegó la policía.
La prohibición en materia de armas no soluciona nada, a las pruebas me
remito. Incluso empeora las cosas diría, pues los criminales acceden a ellas
igualmente a través del mercado negro, mientras que las personas que sólo las
usarían para defenderse no pueden hacerlo y restan indefensas, pues comprar
armas ilegalmente es un delito.
Los europeos somos muy dados
eso de ver la paja en el ojo americano y no la viga en el propio. Nos
gusta mucho criticar lo de allá, pero lo cierto es que acá no lo hacemos mejor.
Ni mucho menos. Mi opinión como jurista profesional, es que la ley
norteamericana tiene sus defectos, pero en general, es mucho mejor que la
nuestra. No en balde tienen mucha más experiencia democrática que nosotros, lo
cal, en realidad, es lo que nos escuece y está detrás de las críticas que desde
aquí se les lanzan.
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