viernes, 11 de enero de 2013

GRANDES PROCESOS DE LA INQUISICIÓN III: BRUJAS DE SALEM PROCESO SUBVERSIVO



Los historiadores de la época recalcan que el Estado de Massachusetts en 1692 no era monárquico, republicano ni anárquico, sino una teocracia, es decir un sistema de gobierno sometido a los dictados de la religión. El puritanismo exacerbado de las sectas evangélicas había bebido de las fuentes más radicales del cristianismo y convertido la práctica religiosa en permanente crítica de costumbres. La Biblia se utilizaba como arma arrojadiza para sentenciar actitudes, modos de comportamiento, ideas y relaciones, y en ella miraron incluso los más escépticos a la hora de enjuiciar el tristemente famoso proceso de brujas de Salem, localidad de dicho estado norteamericano. A diferencia de lo que aún sucedía en Europa, la supuesta brujería estadounidense venía marcada -como no podía ser de otro modo- por su carácter subversivo. «El fin último era destruir el pueblo de Salem, empezando por la vivienda del párroco, destruir la iglesia de Dios e imponer el reino de Satán», diría uno de los implicados en el proceso, que reconoció haber reunido en su persona dos objetivos claros: la herejía religiosa para alcanzar la herejía política. La idea sería ampliada por un testigo, John Evelyn -de nacionalidad inglesa-, que explicó el complot diciendo que «hombres, mujeres y niños se consagraban al Diablo y amenazaban con subvertir el gobierno».
Todo empezó, sin embargo, de forma sencilla. En Salem vivía una esclava negra, oriunda del Caribe, aficionada a relatar viejas leyendas de su país a la hija del reverendo Samuel Parris, en cuya casa servía, y a otras niñas que gustaban reunirse con ella. Isabel y Abigail -hija y sobrina del presbítero respectivamente- contaban entonces nueve y once años de edad y las historias de la esclava acabaron por impresionarlas. Pesadillas, convulsiones extrañas y leves ataques llamaron la atención de los mayores, hechos que tomaron poco a poco signos evidentes de trastornos, bien achacables a la edad crítica de las niñas, bien al deseo manifiesto de reclamar para ellas mayor atención. Alguien insinuó la posibilidad de que un espíritu maligno se hubiese apoderado de Isabel y Abigail, sobre todo por la aversión que ambas manifestaban a los objetos de culto -la Biblia en particular-, comunes de otro lado en la vivienda de un presbítero. En una ocasión, la pequeña Abigail esparció brasas de la chimenea por la casa e hizo intención de «precipitarse al fuego , como si  quisiera subir por el hueco chimenea», en descripción de los testigos. Lo que hoy sería entendido como histerismo infantil en grado preocupante, entonces fue interpretado caso de posesión diabólica. La chispa prendió con fuerza y pronto se convirtió en epidemia imparable.

Los casos de posesión-así asumida la población de Salem- comenzaron a multiplicarse y a afectar a jóvenes de mayor edad, de modo que el tribunal que entendía los procesos no se refería a niñas, sino a personas adultas, con el consiguiente contagio a otras poblaciones, como Boston, donde los hijos de John Goodwin ofrecieron una abundante lista de personas a las que acusaban de practicar maleficios. El padre de Mary Warren, John Proctor, explicó públicamente el procedimiento seguido para «sanar» a su hija -imposición de un castigo y amenaza de azotes-, con excelente resultado, pero la mayoría se había inclinado decididamente por creer al Diablo autor e instigador de la epidemia. Cuando más encendida parecía la hoguera, surgió la «moda» de acusar a los vecinos, especialmente a aquellos que proponían soluciones drásticas para acabar con la fiebre demoníaca. Salieron a relucir prácticas de brujería popular aparentemente ignoradas por las acusadoras, que en cualquier caso propiciaban interrogatorios sutiles y pérfidos Las sospechas recaían en quien menos se esperaba y jueces, médicos, presbíteros y pastores siguieron el falso reguero de las denuncias.

 En 1692 fecha histórica del proceso de Salem, fueron detenidas ciento cincuenta personas. De ellas treinta y una fueron ejecutadas. Numerosas familias, por añadidura, quedaron arruinadas al verse obligadas a costear los gastos del proceso y la estancia en prisión de los detenidos. La conmoción de la naciente sociedad norteamericana no impidió la celebración de juicios arbitrarios, sin aportación de pruebas definitivas y basados únicamente en el testimonio verbal de los denunciantes. De la memoria de los testigos, sin embargo, no pudo borrarse la imagen de aquel anciano de casi noventa años de edad, Giles Corey, que por negarse a confirmar la culpabilidad de su esposa murió aplastado por numerosas losas de piedra lanzadas desde cierta altura contra él. Este fue, según los historiadores del momento, el detonante de una indignación popular que, en la práctica, aún se estrellaría tiempo después en el caso de los esposos Rosemberg, en los de Sacco y Vanzetti -que analizaremos en otro capítulo- y algunos más.

 Curiosamente y de modo testimonial, la ciudad de Salem, convertida en símbolo de lo que el largo brazo de la Inquisición hizo extensivo al Nuevo Mundo, reúne actualmente a un buen número de «brujas» que saben explotar la leyenda de aquellos procesos y ofrecer al turismo muestras fehacientes de su ancestral sabiduría. En el censo oficial de las brujas de Salem contemporáneas, figuran dos mil trescientas afiliadas que celebraron el tercer siglo del suceso con diversas manifestaciones más bien folclóricas. Considerado «uno de los hitos más importantes de la historia del mundo» por un analista del celebre proceso, Charles W. Upham, autor de La brujería en Salem (1867), «sólo una demostración de las deformidades, la demencia y los horrores como la que aquí se presentó ante el mundo pudo asestar el golpe de muerte» a la superstición según el mismo autor.

Recordemos, para concluir, que la acusación más frecuente en el vecindario de Salem fue el tormento: todos contra todos.



Salem condenados por desconfiados
Como circunstancia clave en el proceso a las brujas de Salem, en 1692, destaca el que todas las ejecuciones llevadas a efecto, lo fueron sobre acusados que habían negado de forma constante el haber mantenido relaciones con el Diablo. De todos los demás acusados, los que confesaron esas relaciones y posteriormente mostraron su arrepentimiento, fueron perdona­dos. Así, Tituba, la primera detenida del proceso, tuvo la feliz ocurrencia de confesar y arrepentirse, por lo que recobró la libertad, si bien con posterioridad fue vendida como esclava a fin de pagar con ello las deudas contraídas durante el proceso.

Esta es la relación de los condenados:

Bidget Bishop... Ahorcado el 10 de junio.
Mary Bradbury Condenada el 6 de septiembre; fugada de prisión.
Rev. George Burroughs Ahorcado el 19 de agosto.
Martha Carrier Ahorcada el 19 de agosto.
Sarah Cloyce ... Condenada el 6 de septiembre; posteriormente, indultada.
Giles Cory ....... Condenado a cadena perpetua el 19 de septiembre.
Martha Cory ... Ahorcada el 22 de septiembre.
Rebeca Eames . Condenada el 17 de septiembre; posteriormente, indultada.
Mary Esty ....... Ahorcada el 22 de septiembre.
Abigail Faulkner Alegó embarazo y no fue ejecutada.
Ann Foster ...... Muerta en prisión.
Sarah Good...... Ahorcada el 19 de julio.
Dorcas Hoar ... Condenada el 6 de septiembre; posteriormente indultada.
Abigail Hobbs.. Condenada el 6 de septiembre; posteriormente indultada.
Elizabeth How . Ahorcada el 19 de julio.
George Jacobs Ahorcada el 19 de agosto.
Mary Lacy ...... Condenada el 6 de septiembre; posteriormente indultada.
Susanna Martin Ahorcada el 19 de julio.
Rebecca Nurse Ahorcada el 19 de julio.
Sarah Osborne Muerta en prisión. .
Alice Parker .... Ahorcada el 22 de septiembre.
Mary Parker .... Ahorcada el 22 de septiembre.
Elizabeth Proctor            Alegó embarazo y suspendió su condena.
Ann Pudeator .. Ahorcada el 22 de septiembre.
Wilmot Reed ... Ahorcado el 22 de septiembre.
Margaret Scott Ahorcada el 22 de septiembre.
Tituba .............. Retenida en prisión y posteriormente vendida como esclava.
Samuel Wardwell           Ahorcado el 22 de septiembre.
Sarah Wilds...... Ahorcada el 19 de julio.
John Williard ... Ahorcado el 19 de agosto.

Hasta principios del siglo pasado no existía el concepto de infancia como ámbito estrictamente separado y distinto de los adultos: los niños eran considerados, tratados y vestidos como «hombres en miniatura». Por desconocimiento histórico, uno de los aspectos de los procesos contra brujos que más sorprenden a la mentalidad actual es que en muchas ocasiones los niños fueron tanto víctimas como acusadores. Este último caso fue el de la niña de doce años Ann Putnam, quien testificó en to­dos los juicios de Salem menos en uno. Catorce años más tarde, cuando Ann tenía veintiséis, con­fesó voluntariamente que «había sido engañada por Satanás» para que hiciera unas acusaciones que llevaron a la muerte a muchos inocentes.

 Salem; Massachusetts. (Cñock para ampliar las imágenes)


 Museo de Brujería de Salem

 

Embrujada (Bewitched). Estatua homenaje a las brujas

 





2 comentarios:

  1. UN AMEN Y OM POR LAS MUCHAS ALMAS QUE MURIERON INJUSTAMENTE Y FUERON TESTIGOS DE LA IGNORANCIA Y INHUMANIDAD DE MUCHOS QUE DECIAN HACER ESTAS MASACRES EN NOMBRE DEL SEÑOR TENGAMOS MUY EN CUENTA QUE TODO MAL QUE HAGAS SE TE DEVOLVERA POR TRIPLICADO DIOS MIRA MAS NUNCA OLVIDA.

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  2. Lo malo es que no aprendemos, Juan Carlos. Hoy día, continuamos atacando, persiguiendo y matando en nombre de dioses e ideologías.

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