viernes, 7 de septiembre de 2012

OLVIDO HORNILLOS: UNA DE CUERNOS, MANSOS Y MENSAJES RETORCIDOS

 

Hace unos días escribí un artículo dedicado a Olvido Hornillos, la concejal socialista de Los Yébenes, con el título “Olvido Hornillos y el escándalo por su vídeo masturbándose”. Desde entonces he venido leyendo y escuchando bastantes tonterías en los medios. En España –y supongo que también en el resto de países-, gustamos mucho de pasar del tanto al tan calvo. Y ya se sabe, lo mejor es ni tanto, ni tan calvo.

Montar un escándalo porque una mujer grabe un vídeo erótico en el ámbito de su intimidad, resulta un ejercicio de intolerancia, machismo e hipocresía. Esto responde a una consideración puramente objetiva del asunto. Si en cambio pasamos analizarlo subjetivamente y resulta que esa mujer está casada, que grabó dicho vídeo para enviárselo al hombre con que era infiel a su marido y además es concejal, la cosa ya cambia, cobrando matices particulares.

“Lo que haga con su vida particular no nos interesa. Lo único que podemos entrar a juzgar es su actuación como cargo público”. Ésta es una frase que, en distintas versiones, viene resultando estribillo muy coreado en los últimos días. Yo añado: “depende”.

En primer lugar está lo de su papel representativo de la gente que le votó y su obligación de respeto a los valores morales vigentes en ésta. Eso ya lo expliqué en mi anterior artículo, junto a una consideración legal del asunto. Además de ello, hay  que considerar el desvalor intrínseco de la acción de Olvido y su  repercusión o no repercusión en su faceta pública.

Vaya por delante decir que, como mujer, no puedo evitar simpatizar con ella. Es una fémina atractiva y muy liberada a lo que parece, con lo cual quien conozca mi admiración por las hembras transgresoras que abrieron camino en los más variados terrenos a las que vinimos detrás, podrá entender fácilmente tal cordialidad en mí hacia ella. Al margen de esto, su asunto hay que analizarlo desde una posición imparcial. Y entonces, como decía Alejandro Sanz, la cosa ya  “no es lo mismo”.

Veamos: se está diciendo, por un lado, que Olvido no ha cometido ningún delito –cosa totalmente cierta- y que por tanto, su acto sólo implica una valoración moral que no estamos autorizados a valorar quienes quedamos más allá de su familia. Por otro lado, se afirma igualmente que el  chico al que envió el vídeo y, supuestamente, lo subió a Internet, además de un delito, ha cometido un acto de traición a la confianza que ella depositó en él.

Aquí estamos haciendo gala de nuestro carácter de hipócritas. De rasgarnos las vestiduras ante actos contrarios a la moral católica apostólica y romana –y todo eso que bla, bla, bla y tanto gustaba a los beatos y moralistas de tres al cuarto que tanto abundaban hasta no hace demasiado todavía-, pasamos a liarnos la manta en la cabeza y rasgárnoslas por los supuestos tentados a una nueva erigida en nombre de la modernidad y la tolerancia, y pregonamos a los cuatro vientos y voz en grito que nada de lo que ocurra en la intimidad de otras personas nos importa a los demás. Eso, insisto, es hipocresía.

Si hemos de valorar únicamente desde el punto de vista legal, no podemos criticar también al chico diciendo que, además, ha cometido una traición, puesto que la primera que lo hizo fue la propia Olvido al ser infiel a su marido. Aquél la traicionó a ella subiendo el vídeo a Internet y ella traicionó a su esposo siéndole infiel. Más aún, lo humilló grabando éste para su amante, proporcionándole así una prueba de su “hazaña”. ¿Imagináis cómo os sentiríais si alguien se acostase con vuestra pareja y ésta le enviara un vídeo erótico grabado para él? Pues eso.

El que roba aun ladrón, tiene cien años de perdón. El refranero, que dicen es sabio, así reza. Moralmente por tanto, el chico queda disculpado, pues cuando es entre ladrones que se  roban, allá se entiendan ellos como puedan. A nosotros –la sociedad representada por los jueces- sólo nos resta juzgar y emitir una sentencia de culpabilidad o inocencia en cuanto a la acusación por un delito contra la intimidad. Si no podemos valorar moralmente a Olvido, tampoco podemos valorar al chico. Lo contrario sería medir con varas distintas y eso es hipócrita, cínico y discriminador.

Pasamos a otro aspecto del asunto. ¿Realmente no guarda relación el acto de ella con su faceta de cargo público? Expuesta la cosa de una manera estrictamente formal –como se está haciendo-, la respuesta debería ser claramente negativa. Pertenece éste al ámbito de su vida privada. ¿Qué tiene que ver eso con su actividad como pública concejal? Vamos a plantearlo de la siguiente forma: si una persona ha sido capaz de traicionar a su propia pareja, ¿por qué nos iba a respetar a los demás? ¿De qué confianza puede ser merecedor alguien así? En Derecho existe una máxima que afirma que quien puede lo más, puede lo menos. Conforme a ello, quien fue capaz de traicionar a quien le queda más cercano, será igualmente capaz de traicionar a los que le quedamos más alejados. Parece de sentido común, ¿no? Semeja pues que sí puede resultar de interés público la cosa, por cuanto da idea de lo que podemos esperar de una persona de este tipo.

Otra cosa que me está chocando mucho, son los comentarios de apoyo al marido de Olvido, tras haber afirmado que está con su mujer al 100%. Hoy mismo en su programa, Jordi González pedía un aplauso para él por ello, afirmando y siendo secundado en ello por los tertulianos y la invitada, que la actuación del hombre resulta para quitarse el sombrero.

Pues chico, Jordi, no sé que decirte. Ciertamente, en los problemas de cuernos y demás, perdóneseme la expresión, allá se lo monte cada cual como quiera, pero con todo el respeto del mundo, este hombre es lo que toda la vida se ha llamado un manso, cornudo consentido en otras versiones. Su mujer se acuesta con otro y además se graba vídeos eróticos masturbándose para enviárselos –incluso se afirma que pueden existir más- y él declara para todo el país que está con ella al 100%. Pues bueno, ellos verán lo que hacen y los demás no pintamos nada ahí, pero pedir que se aplauda a quien con tanta mansedumbre se los deja poner, ya me parece de una hipocresía de juzgado de guardia. Mi pareja me es infiel, me humilla y aun así yo la apoyo. ¿Eso es algo digno de elogio? A mí más bien me parece una debilidad y una falta de amor propio.

Finalmente, dedicarle también algunas líneas a Karina Bolaños, la ex viceministra de Cultura de Costa Rica que protagonizo un escándalo similar, que la llevó a ver arruinada su carrera política y ser abandonada por su marido. En mi anterior artículo la defendí. Su caso parecía distinto. Ella grabó su vídeo para enviárselo a su pareja. No habían por tanto de por medio infidelidades ni actos moralmente recriminables. Tras ver la entrevista que le han hecho hoy en el programa de Jordi González, la cosa ya me ha quedado en cambio algo más turbia.

Quizá no haya entendido bien, pero a lo que me ha parecido, la mujer ha afirmado que su marido contrató a un hacker para que husmeara en su ordenador en busca de cosas comprometedoras para ella. Estando en ello, fue que aquél encontró el vídeo de marras. Pasó entonces a chantajearla hasta que la dejó sin blanca, publicándolo después igualmente.

Jordi le ha preguntado entonces si mantuvo relaciones con el hacker, a lo que ella ha respondido que sí, en la época en que estuvo separada de su marido.

Luego parece ser que se ha liado ella sola y al final resultaba que el chico al que había enviado el vídeo era el propio hacker y que éste pasó a chantajearla desairado cuando ella decidió regresar con su marido.

¿No habíamos quedado en que el hacker descubrió un vídeo que ella envió a otro hombre, cuando su esposo lo había contratado para entrar en su equipo y espiarla? ¿Ahora resulta que era él ese chico al que se lo había enviado? ¿Cómo llegaron a conocerse? Desde luego, si me contratasen como acusación particular en un caso así, tendría material más que de sobra para hacerla polvo.

Veo muchas contradicciones en este caso. Tantas, que ni Jordi ni los tertulianos han querido seguir preguntándole por ahí. Luego, además, han salido sus afirmaciones de haber sido víctima del machismo en su país. Pero resulta que, siendo ella vicepresidenta, el presidente que la cesó… ¡era  presidenta! Y además ella misma ha asegurado que contó (ella, Karina) con el apoyo mayoritario de su pueblo. ¿Dónde está el machismo pues? Si la gentela apoyó y quien la cesó también era mujer… ¿Dónde lo buscamos? Ya me sé aquello de que también las mujeres podemos incurrir en aquél. Se supone en base a ello, que la presidenta pudo pretender de esta manera contentar a los sectores machistas, a fin de no perder votos. Pero si resulta que éstos eran minoría –dado que la mayoría de la población había apoyado a Karina-…  ¿dónde estaba la presión? Más aún, habría hecho justo lo contrario. Habría actuado en contra del deseo de la mayoría y sacrificado así miles de votos. ¿Qué sentido tendría algo así?

 Como dije, en mi anterior artículo defendí a Karina, pero ahora pongo ya en suspenso todo lo que afirmé. Este caso no está claro. Nada claro. Me falta muchísima información para conocer lo que realmente pasó y así,  poder  pronunciarme.

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