viernes, 3 de agosto de 2012

WICCA: LA RELIGIÓN DE LAS BRUJAS: ¿QUÉ ES LA WICCA?




A esta pregunta, normalmente, el público en general suele contestar de dos formas estándar.

a) Es un culto satánico.

b) Es la religión de las brujas.

La primera opción no supone más que un puro y simple desatino, claro está. La Iglesia Católica, tradicionalmente, ha señalado como diabólicas a todas las religiones que adoraban dioses distintos al “único y verdadero”; a sus sacerdotes y sacerdotisas servidores del Maligno. Nada nuevo bajo el sol.

La segunda resulta más afinada, pero sigue pecando de excesivo simplismo. Es la propia de quien ha leído algo sobre el tema, llegando a hacerse una idea esquemática y general. No va a ser extraño escuchar que se trata de una religión pagana o afirmaciones similares. Como vamos a ver, esto tampoco tiene por qué ser exactamente así.

Desde que Gerald Gardner pusiera en marcha la cosa, allá en la primera mitad del siglo XX, se han dicho muchas tonterías y disparates. Uno de los más frecuentes, aquello de que un practicante wiccano no puede recurrir al panteón judeo-cristiano en su ritualidad. “¡No, no…! ¡Eso no está permitido! Si estuviéramos en los tiempos de la Inquisición nos quemarían a todos en la hoguera”. Grande. Hay que suponer pues que el Dios y la Diosa están muy irritados con los cristianos y les han negado su favor.

Vamos a ser serios. Poniendo que existan realmente seres ubicados en la divinidad y que éstos escuchen a los humanos que les invocan… ¿se le representa a alguien coherente que se preocupen por el nombre con que éstos lo hagan? Es posible que todavía os resulte un tanto confusa la cosa. Al final de esta primera entrega del artículo quizá lo entendáis mejor.

El problema más habitual a la hora de explicar lo que es la WICCA y hacerlo comprensible para quien por primera vez recibe información sobre ello, viene dado por el hecho de que se suele ir al resultado final y no al esqueleto de dicha doctrina. Como se suele decir, se empieza la casa por el tejado, aportando un sin fin de detalles que, al final, no son sino particularidades de cada religión vehicular usada. Porque una cosa que ha de quedar clara desde el principio, es que, cualquiera que sea la adoptada –cristiana, céltica, nórdica, greco-romana…-, no será ésta la que se esté practicando, sino la propia religión wiccana, adoptando estos panteones por razones que enseguida pasaremos a aclarar.

Vayamos nosotros pues a ese esqueleto. La estructura básica misma, a partir de la se deriva todo el desarrollo dogmático wiccano. 

Para empezar, olvidaos de todo eso de una pluralidad de dioses. Hacedlo incluso de una dualidad. Lo del Dios y la Diosa es sólo un arquetipo. No existen como seres individuales, siendo tan sólo dos conceptos construidos por la mente humana para mejor orientarse en este campo.

 La WICCA es una religión monoteísta. Sí, sí… habéis leído bien. Monoteísta. En cuanto deis con alguien que os hable de ellos como dos seres distintos de existencia real, podéis pasar página directamente: Estáis tratando con un pedante con diarrea mental.

Según el postulado wiccano, existe un ser supremo y creador del universo. Un ser único. Ocurre en cambio que un concepto tan vasto es imposible de abarcar por nuestra mente. Nos resulta demasiado lejano, demasiado enorme… como intentar imaginar el infinito o la eternidad.

 A consecuencia de esa imposibilidad, se ha recurrido a otros más cercanos y manejables. Los seres humanos atribuimos género a las cosas. LAS montañas: femenino. LOS océanos: masculino. EL cielo, LAS nubles, LOS cometas, LAS estrellas, LOS planetas, EL cosmos, LOS bosques, LAS aves, LOS animales… Obviamente el otorgado varía de unas lenguas a otras y lo que en unas puede ser masculino, en otras puede ser femenino y viceversa, pero el caso es que siempre se suele hacer.

Es por ello que se ha recurrido a esos arquetipos del Dios y la Diosa. Nos resulta mucho más sencilla la concepción del ser aludido a través de éstos, dotándolo de aspectos masculinos o femeninos y atribuyendo los unos al primero unos y los otros a la segunda.

Ésta sería una primera simplificación. Y sin embargo el asunto todavía podría resultar demasiado amplio. Difícil invocar a una misma figura para pedirle cosas tan contradictorias como fuerza en una disputa y la sanación de una enfermedad para un ser querido, por ejemplo. La inspiración para escribir una novela y la suerte para ganar una apuesta. Memoria para preparar un examen y atractivo para conquistar a la persona deseada…

 Ello lleva a una segunda simplificación, diferenciando nuevamente aspectos y facetas en estos arquetipos. Así, dentro del concepto del Dios, se puede distinguir el de la guerra o combate –no necesariamente militar, puede ser también económica, por un puesto de trabajo…- el de los negocios, el poder, el intelecto…. Dentro del de la Diosa, el del arte, la inspiración, la fertilidad, el amor, la sexualidad…

Y a partir de este punto es que puede comenzar a entenderse la cosa. Cada uno de esos campos de la actividad humana, ha estado en las distintas mitologías bajo el control de una deidad diferente. Marte-Ares o Tyr, por ejemplo, para la guerra. Venus-Afrodita o Ishtar, para la sexualidad o el amor. Etc. Los diferentes dioses en las diferentes de aquéllas –Ares, Lug, Cernunnos, Thor, Odín,  Zeus…- vendrían a representar aspectos parciales del Dios. Distintas facetas de él. Las diferentes diosas -Atenea, Sif, Freya, Ishtar, Hera, Dana… -, ídem de la Diosa.

En WICCA el adepto tiene libertad para elegir sus propias divinidades para de cara a esta identificación. Incluso puede adoptarlas provenientes de distintos panteones. Así, puede invocar a Odín y a Atenea. O a Thor y Venus. A Cernunnos e Ishtar… Incluso puede optar por mantener las figuras genéricas del Dios y la Diosa, concretando después y para cada ocasión según el asunto de que se trate. De esta manera, si es uno de amor o sexualidad puede invocarla a ella en la forma de Venus o Ishtar. Si de pugna o conflicto, a él en la de Ares o Ashur. Un detalle: En algunas mitologías el género del campo en cuestión puede cambiar. De esta manera, en la céltica había una diosa, no dios, de la guerra. Mórrigan, señora de ésta y de la muerte. Incluso en la greco-latina, también Atenea, junto a Ares, lo era igualmente. A él le correspondía la actividad bélica en su versión más salvaje. A ella en cambio, en la de estrategia e inteligencia. De hecho, se  la consideraba más poderosa, pues en La Ilíada Homero nos cuenta cómo venció rotundamente a  Ares en combate singular cuerpo a cuerpo.

En fin, se trata de escoger cada cual o cada grupo aquellas figuras con que más armonía encuentre y, así, más faciliten la sugestión necesaria en los trabajos mágicos. Difícilmente resultaría ésta posible con una que nos resulte increíble o extraña. En suma, la magia consiste en la capacidad para convencerse de que aquello que se desea y para lo cual se ejecuta el ritual, se va a alcanzar. ¿Alguien podría lograrlo invocando a Sin Chan o a Los Caballeros del Zodíaco? Pues eso. El mismo efecto de inutilidad se predicaría de unas que no nos resulten familiares ni permitan confiar en lo que estamos haciendo. Pongamos por ejemplo, el dios de la lluvia de los Sioux para un practicante escandinavo.

Y llegados aquí, salta la bomba. Si en definitiva las figuras elegidas no son concebidas como seres de existencia real e individual; si de lo que se trata es de escoger aquellas que a cada cual permitan una mayor capacidad de concentración y confianza en el resultado del ritual, teniendo libertad en ello para optar entre las de cualquier culto o mitología; si lo practicado no es al final ninguna de estas religiones, sino la propia wiccana que se erige en una distinta e independiente… ¿Qué impide decantarse por las del panteón cristiano? Si existe un ser único creador… ¿por qué no puede identificarse éste con su Dios? Si unas figuras arquetípicas del Dios y la Diosa… ¿por qué no con las de Jesucristo y la Virgen María? Si las mitologías paganas distinguen una pluralidad de dioses para cada aspecto de éstos en particular… ¿no hacen lo propio los cristianos con sus santos, ángeles, arcángeles…? ¿No es acaso Santa Bárbara la señora de las tormentas, como Thor? ¿No conoce el ángel Sachiel de los mismos asuntos que Júpiter más o menos? ¿No es San Judas Tadeo el abogado de los imposibles?.. Si todo esto es así, ¿por qué no se  puede optar por estas figuras en lugar de por las de otras mitologías? ¿Acaso el Dios y la Diosa han dejado dicho que no les gustan y no lo permiten, como si de elegir conjunto para una fiesta se tratase? Si tengo que autoconvencerme de lo que estoy haciendo y lo consigo mejor con éstas que con  las otras y al final eso es lo que va a contar… ¿por qué diantre no  voy a poder decantarme por ellas? ¿Se van  a enfadar el aquéllos y me van anegar su ayuda por eso?

Como ya dije antes, seamos serios. Una cosa es la utilización política que de las distintas religiones se haya hecho. Ello no tiene nada que ver con la realidad trascendental que pueda haber o dejar de haber tras ellas. Su validez o invalidez no va a depender de lo que sus practicantes, los malísimos señores de la Inquisición y compañía incluidos, hagan o dejen de hacer, sino de aquélla. Y si  la WICCA mantiene que ésta viene a ser la misma con diversas interpretaciones realizadas por cada pueblo, que en lo esencial no van a diferir y cuentan lo mismo, tan apta y procedente serán las  procedentes de la cristiana, como la de cualquier otra.

Cosa distinta es el tema de la armonía con la Naturaleza, que es uno de los principales pilares wiccanos. Eso la va a implicar, ciertamente, una mayor comunión en principio con las religiones paganas naturales, que mantuvieron un contacto con ésta que las monoteístas fueron perdiendo. Pero dado que, volvemos a lo mismo, no se trata de adoptar una u otra de aquéllas, sino unas u otras figuras; que la WICCA en sí es una religión natural; y que quien la practique, por tanto, estará practicando una de este tipo, sea cual sea la vehicular que escoja, el resultado final va a ser el mismo.

En fin, concluyo aquí esta primera entrega del artículo dedicado al wiccanismo. Próximamente lo continuaré con otras, entrando ya en temas de ritualidad, liturgia, celebraciones, etc.

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