viernes, 8 de febrero de 2013

EROTISMO MACABRO (secuencia de la novela "Pasión funesta: una historia de horror", de JFAR)




Rodri escuchó el sonido de la puerta al cerrarse. A continuación llegó el de los tacones acercándose, acompañado por el de otros pasos no tan sonoros.  “Viene con ella”. Cuando Adán y Lilith llegaron al salón, lo encontraron subido a una escalera para clavar unos clavos en la pared.
  -Veo que te la has traído -comentó descortésmente, con la voz deformada por causa de sostener algunos de aquéllos entre los dientes. Después de la visita de Lucrecia había recuperado en parte el ánimo. Parecía que había sido justo lo que necesitaba para salir de su abatimiento y comenzar a arreglar las cosas pendientes en la casa para empezar.
  -Sí, ha venido conmigo.
  Rodri terminó con el que tenía entre manos, mirándola a continuación. ¡Pero qué buena estaba la hija de puta! Aun con todo el odio que le inspiraba, resultaba imposible evitar que sus hormonas reaccionaran virulentamente al contemplarla. Bajó entonces de la escalera, dejando el martillo sobre uno de los peldaños.
  -¿Puedo preguntar a qué debo el honor?
  -Creo que las cosas no han ido todo lo bien que pudieran últimamente, ¿no?
  Rodri respondió con una cínica sonrisa a la mirada comprensiva de Adán.
  -Sí, podrían haber ido mejor.
  -Ya veo.
  -¿Qué tal te va con la vampira?
  Había un desprecio en el tono de voz empleado que el hombre no se molestaba en disimular. Adán se sintió molesto, pero prefirió ignorarlo. Era obvio que Rodri debía estar muy dolido.
  -Espero que haya valido la pena dejarlo todo por ella. Mujer, trabajo, amigos…
  -Ya vale, Rodri. He venido para arreglar las cosas contigo, no a discutir.
  -No hay nada que arreglar. Ya se ocupó su amigo de eso –añadió señalando despectivamente con la mirada a Lilith.
  -Eso me han dicho. ¿Qué pasó Rodri?
  Adán hablaba con tristeza, apenado de ver enfrentado a su mejor amigo con la mujer que amaba y el círculo personal e ésta.
  -¿Realmente te importa? Sería una auténtica novedad. Parece que nadie de los que dejaste atrás lo hacemos.
  -Eso no es cierto y lo sabes.
  -¿No lo es? ¡Tuve que engañar a Desirée para tener acceso a tu nuevo número y localizarte! ¡Has dejado a tu mujer embarazada de ocho meses! Llevo mucho tiempo intentando meter sentido en esa cabeza tuya que tan mal funciona últimamente, pero es caso perdido. Y para postre, mi preocupación por un imbécil que se ha dejado comer el coco casi me cuesta que me rompan los huesos. Tienes muy poca vergüenza para presentarte aquí ahora. Anda, lárgate por donde has venido y déjame en paz.
  -No tienes nada que recriminarme, ni yo por qué darte explicaciones. Te pedí que me dejaras vivir mi vida, pero te empeñaste en querer saber mejor que yo lo que me convenía.
  -Supongo que equivocadamente, claro. No estoy equivocado Adán. ¡Tú lo estás! Estás cometiendo… no, has cometido el mayor error de tu vida. ¡Y no sabes cuánto te vas a arrepentir!
  -¡¡Pero habrá sido mi error, me cago en la puta!! ¡¿Por qué os empeñáis en que todo el mundo piense como vosotros y respete vuestros valores?! ¡Ya he vivido bastante por otros! ¡Llegó el momento de hacerlo por mí mismo! ¡A mi vida a mi manera, como quiero vivir! ¡Si lo hubiera hecho antes, todo esto se hubiera evitado!
  -¡¿Y quién tiene la culpa?! ¡¿Eh, egoísta de mierda?! ¡¿Quién la tiene de que no lo hicieras?!
  Se vio sorprendido, sin saber qué responder a un alegato inesperado.
   -¡Te has aprendido bien la canción y a ella te agarras, pero la verdad es que eres un cobarde y de eso nadie tiene la culpa!! ¿Qué vienes a llorar ahora? !Buh, buh, buh! “¡Póbrecito de mí! ¡No me han dejado ser como quería!” ¡¿Quién no te ha dejado, mamón?! ¡Pudiste haber hecho lo que te saliera de la polla, qué coño pías ahora!
  Adán resopló pesadamente.
  -No he venido a discutir contigo, Rodri.
  -¡Eso ya lo has dicho! ¿A qué has venido entonces?
  -¡Supongo que a hacer el imbécil!
  -Sí, eso se te da bien.
  Lilith permanecía al margen, percatándose claramente de la escalada de tensión en la discusión. Se trataba de la clase de escalada que fácilmente podía acabar en las manos. Los ánimos estaban muy caldeados. Rodri parecía muy alterado, capaz de perder los nervios en cualquier momento, y Adán había comenzado a excitarse también. En caso de que se enzarzaran en una pelea, no sabría que hacer. Los dos eran hombres fuertes y ella apenas resultaría una pluma luchando por separar dos furiosos tornados empeñados en chocar entre sí.
  -Vale Rodri, está bien -se tranquilizó un tanto Adán. -Te he dicho que no he venido a discutir contigo.
  -¡Lárgate payaso!
  Rodri en cambio, no estaba también por la labor de calmarse. Su orgullo masculino seguía herido, de esa manera que trasforma a un hombre y le hace buscar inconscientemente un chivo expiatorio sobre el que descargar su ira y frustración.
  -Lo haré y no volverás a verme ni molestarme nunca más. Ni tampoco a ella o su entorno.
  -¡Bah! -exclamó empujándole con desdén. -¡Lárgate!
  Adán lo miró grave. Resultaba incómodo y violento verse así faltado al respeto y despreciado delante de la mujer que amaba. Muy incómodo y muy violento.
  -No vuelvas a hacerlo.
  En su estado de extrema excitación en esos momentos, aquellas palabras supusieron una provocación para Rodri. Apenas habían salido de la boca de Adán, cuando ya su puño volaba como dotado de vida propia hacia su cara.
 Pero éste no era el mismo Adán que había golpeado todavía no hacía demasiado. Donde antes encontró un hombre tranquilo y no dado a la violencia, ahora había uno que se movía por instinto. Un lobo que actúa obedeciendo a éste, sin pensar. Y por instinto y sin pensar interceptó aquél, proyectando a Rodri seguidamente contra el sofá aprovechando su propia inercia. Tropezando aparatosamente con éste, cayo derribado al otro lado, golpeándose contra la pared.
  -Si alguna vez vuelves a intentarlo, te mataré.
  Las palabras surgieron desde la más profunda convicción. Después se giró, dándole la espalda para marcharse. Rodri lo miraba desde el suelo, viéndose nuevamente humillado y en ridículo delante de una mujer. Sintió apoderarse de él una furia asesina que le nubló el entendimiento. Poniéndose en pie, cargó contra la zona lumbar de su antagonista, sorprendiéndolo por la espalda y precipitándolo contra la librería.
 Adán dio de bruces sobre ella, golpeándose en la cabeza y cayendo al suelo aturdido. Rodri pateó su cuerpo vencido y Lilith, que tantas dudas tuviera momentos antes, supo qué hacer al ver así tratado al hombre que amaba. Sin pensarlo siquiera, tomó el martillo que Rodri dejara sobre la escalera y cargó armada con él. Se percató éste de ello al verla acercarse en su campo de visión periférica, girándose velozmente. Pero para entonces ya casi estaba sobre él y sólo consiguió alzar el brazo a tiempo en un movimiento reflejo, evitando que aquél impactara en su cabeza. Aun así, era Lilith mujer fuerte y fibrosa en su condición y el golpe destrozó el hueso, que se quebró bajo el impacto.
 Rodri aulló de dolor cuando ya la maza volaba hacia su cabeza en un movimiento de retorno. De nuevo, apenas tuvo tiempo para reaccionar. Haciéndose atrás automáticamente, logró amortiguar un tanto el segundo mazazo que, no obstante, vino a dar en su frente. Trastabilleó atontado a la vez que Adán se alzaba. Lilith cargó de nuevo y Rodri la entrevió llegar a través de una niebla escarlata con sus ojos escocidos y semicegados por la sangre que sobre ellos caída desde la herida en aquélla. Se defendió ahora con un revés lanzado casi a ciegas que, no obstante, impactó en el  bello rostro, derribándola a la vez que el martillo golpeaba de nuevo en virtud de su inercia, en esta ocasión en la zona lateral de su cabeza, pero con bastante menos fuerza.
 Ambos cayeron y Adán sintió nacer en él el ansia de matar cuando vio los ensangrentados dientes en la boca de Lilith. Echó una mirada a uno y otro lado, encontrando con ella el gran cuchillo en la cocina a través de la puerta abierta. Se precipitó allí entonces, volviendo al salón cuando Rodri intentaba abandonarlo trastabilleando. Saltando sobre su espalda, hundió la ancha hoja en su costado, entre las costillas. Con fuerzas nacidas de la desesperación, se desembarazó el profesor de Educación Física como pudo de él, alzándose a tiempo de ver cómo el martillo caía de nuevo. Intentó gritar, pero el golpe llegó antes. Esta vez fue poderoso. Acto seguido el afilado metal perforó de nuevo su carne, a la altura del estómago ahora. Cayó de rodillas entonces, sintiendo cómo la vida escapaba de su cuerpo a través de una semiinconsciencia final. Luego ya no supo cuántos mazazos y puñaladas más recibió antes de morir.



  Ver a Lilith siendo agredida por Rodri y actuar, fue todo uno para Adán. Se apoderó de él una furia asesina imposible de aplacar sin sangre. Instintivamente, buscó un arma con la mirada, encontrándolaen el gran cuchillo de cocina sobre el fregadero. No dudó a la hora de armarse con él para hundirlo en las costillas de su enemigo, la persona que más odiara en el mundo en ese momento, con un odio homicida como jamás antes conociera, perforando el pulmón. Actuaba sin pensar, por impulso.
 Vio a Rodri incorporarse de nuevo con dificultad, escupiendo sangre por la boca, herido de muerte. Aquello le excitó aun más, enterrando de nuevo la gran hoja en su vientre, sintiendo con placer cómo la punta perforaba la piel para penetrar cortando la carne cual si de mantequilla se tratase.
 Perdió después la cuenta de cuantas puñaladas más asestó frenético al ya cadáver, sin tener noción de cuando comenzó a convertirse en algo sexual. Fue antes de alzar la mirada para descubrir a Lilith machacando en un éxtasis igualmente frenético el cráneo de lo que fuera Rodri con el martillo. Perdida la compostura, su hermosa melena desmadejada. Un pecho había saltado fuera del escote y la práctica totalidad de su deslumbrante anatomía aparecía cubierta de sangre.
 Ella le devolvió la mirada cual pantera jadeante. A través de los negros mechones que caían sobre el divino rostro, sus ojos brillaban cual satánicas centellas. Todo, conformaba una imagen que se le antojó irresistiblemente erótica. Tomándola por la cintura, la atrajo hacia sí para besarla apasionadamente, cayendo abrazados sobre el suelo encharcado, revolcándose en él empapando ropas y cabellos.
  No le puso pegas ella, que asimismo se había sentido orgasmar mientras destrozaba a martillazos la cabeza de aquel gusano. Rodaron hasta quedar colocada la hembra sobre su macho. Irguiéndose, desgarró de un tirón su escote para dejar libres los gloriosos pechos cubiertos de rojo y espeso líquido, que el tomó en sus manos. Con las suyas, extrajo Lilith el extremadamente duro miembro de su prisión de tela, levantando acto seguido su falda para, apuntándolo directamente a la entrada de su gruta de placer, sentarse sobre él sintiendo cómo se clavaba en sus entrañas al igual que momentos antes hiciera la hoja del cuchillo en las de Rodri. Cabalgó entonces frenética sobre el hombre gritando de placer, la cabeza echada atrás, dejando caer la enrojecida melena sobre su espalda mientras sentía cómo él le amasaba los senos, llevándola al culmen del placer. El orgasmo llegó violento, incontenible y compartido, chillando ella como la loca fuera de sí que era en aquellos momentos, anunciándolo.


  -¿Qué hemos hecho? -preguntó Adán una vez recuperado el control, más para él mismo que para ella.
 Sentía como si despertase de un sueño a una realidad que no ofrecía el alivio de otras ocasiones, cuando la pesadilla queda atrás. Ahora no sólo no lo hacía, sino que ésta misma no era tal y lo horrible no consistía en el terror vivido en ella, sino en el placer. Un placer sádico que había hecho hervir la sangre en sus venas, revelando a sí mismo el monstruo que llevaba dentro. Sintió cómo una especie de irrealidad lo envolvía todo. A sus pies, el cuerpo sin vida de Rodri yacía en medio de un enorme charco rojo, cosido a puñaladas, su cabeza convertida en una pulpa sanguinolenta de cabellos y sesos revueltos. El aroma de la matanza estaba en el ambiente, llegando embriagador a las fosas nasales. Se miró a sí mismo, cubierto de la sangre del que fuera su amigo.
  -Hemos matado a un hombre.
  Las palabras salieron de los labios de Lilith con serenidad, suaves, como si comentase alguna anécdota sin mayor trascendencia.
  -¿Qué vamos a hacer ahora?  -preguntó totalmente perdido, todavía intentando asimilar la magnitud de lo sucedido.
  -Esperaremos a la madrugada. Nadie nos ha visto entrar aquí. Nos daremos una ducha y cambiaremos estas ropas ensangrentadas por otras buscaremos en el armario, metiéndolas en bolsas de plástico que nos llevaremos. Después esperaremos hasta que la noche esté bien entrada y no haya nadie por la calle para salir.
  -Así de sencillo -ironizó el.
  -Así de sencillo -confirmó ella.
  -Pero… ¿te das cuenta? ¡Hemos matado a un hombre!
  -Soy consciente de ello.
  -¡Vamos a ir a la cárcel!
  -No, no vamos a ir. Nadie relacionará lo ocurrido con nosotros.
  Adán la miró escéptico, sin comprender.
  -Míralo como aquellos montajes de que me hablaste. Aquéllos que organizabas de adolescente para asustar a tus amigos. Será lo mismo. El horror es el motor de mi vida. Deja que lo sea también de la tuya. Dices sentir fascinación por el mundo de los vampiros y el terror. Me has contado que concebías fantasías terroríficas y disfrutabas dándoles forma. ¿No te gustaría ir más allá aun? ¿Llevar al extremo esa fascinación para vivir auténticamente una vida de horror y oscuridad?
  -¿Estás… estás diciendo…?
  -No pienses con lógica. Sólo dime si te gustaría.
  -Supongo que sí…¡Claro que sí!
  -Dame la mano entonces y olvídate de todo lo demás. ¡Lleva el horror a tu vida! Respíralo, cómelo, bébelo… ¡vívelo! No tiene porque ser una mera afición. Puede llegar a serlo todo para ti si le abres las puertas de tu alma y dejas que ésta se empape de su esencia. Sólo déjalo que entre. Nos hemos recreado en el crimen, ¡sigamos recreándonos! Hagamos que parezca lo que es: la obra de un monstruo. O dos…
  Adán se llevó una mano a la nuca, caminando a lo largo de la estancia pensativo.
  -¿Qué es lo que propones?
  -Has gozado el éxtasis del homicidio, el mismo que movió a seres como Jack el destripador, Vlad Teppes o la condesa Bathory. La humanidad aún habla de sus crímenes. ¡Que hablen del nuestro!
  Mojó su mano entonces en el charco de sangre, acercándose a continuación a la pared para comenzar a escribir unas palabras con ella. Necesitó renovar su macabra tinta unas cuantas veces antes de terminar.
  ¡Gloria Satán!”
  -¡¿Estás loca?! ¿Nadie te ha comentado que en un crimen como éste, con ensañamiento evidente, la policía busca normalmente sus sospechosos en el entorno cercano de la víctima?
  -Lo sé. Estudié Criminología.
  -¡Estupendo! ¡Así podrás decirme qué crees que pensarán de eso que has escrito cuando nos vean! Encontrarán tu aspecto muy interesante, ¿no te parece?
  -Cierto. Una mujer fascinada por los vampiros y demás parafernalia terrorífica, hasta el punto de imitar su forma de vida, vestimenta y demás, en el entorno cercano de la víctima de un crimen como éste, hará recaer sobre ella todas las sospechas desde un principio, indudablemente.
  -Parece que lo encuentras bastante divertido.
  -Lo es. La vida no es más que un juego, que debes saber convertir en tu juego. Mientras sean ellos los que jueguen en tu terreno, será tuya la ventaja. Lo hacemos en el campo del horror. Éste ha sido un asesinato que encontrarán espeluznante, porque nosotros hemos hecho que lo sea. Pensarán así y haremos que sigan pensando como queremos que lo hagan.
  Las miradas se encontraron. Sus palabras sonaban tan convincentes como siempre, incluso en circunstancias tan extremas.
  -Dime: ¿te he fallado alguna vez hasta ahora?
  -No.
  -Tampoco ahora lo haré. Confía en mí cariño. No vas a ir a la cárcel.
  -Ya… -aceptó el agachando la cabeza. -Aun así no se qué pensar. Quizá debiera ir.
  -¿Por qué dices eso?
  -¡Hemos matado a un hombre Lilith!
  -¿Y…? Es la segunda vez que me lo dices. Parece que resulta algo muy grave para ti.
  -¡Ah, vaya hombre! ¡Supongo que para ti no lo hace tanto!
  -No.
  Adán la miró perplejo, con una estúpida expresión en su rostro. Lilith simplemente rió, tan encantadora y sensual como siempre.
  -¿Por qué le das tanta importancia? Era un gusano. ¿Qué te importa a ti su miserable vida?
  Segía mirándola en silencio, sin saber qué contestar.
  -Te empalmaste al verme cubierta con su sangre. Vi tu mirada de deseo… ¡Sentí tu dureza en mis entrañas! La vida de ese gusano ha servido para lo mejor que podía: para hacernos gozar con su muerte como nunca. Te has… nos hemos corrido como nunca. ¡Que se joda!
  -Eso… es muy cruel -balbuceó asimilando la maldad intrínseca de aquellas palabras.
  -Es malvado, perverso… -contestó ella con aquel diabólico brillo en su mirada. -¿Por qué no habría de serlo?
  -¿Qué… intentas decirme?
  Lilith sonrió. Y más que nunca semejó auténtico súcubo surgido del más profundo pozo del Infierno.
  -El horror es hijo del Mal. Sufrimiento, dolor, miedo… son igualmente hijos suyos. El Mal es el origen de todo lo que nos seduce y atrae.
  Adán la miraba, asustado por todo lo que implicaba aquello que Lilith estaba diciendo.
  -¿Qué importa el sufrimiento o la muerte de un cerdo? Somos almas oscuras, mi amor. Gozamos y nos recreamos en el dolor ajeno. Lo demás es hipocresía.
  -Pero… es algo muy injusto.
  -¿Y quién dice que no deba serlo? Deja la justicia para los débiles y mira sólo por tu placer. ¡Sé egoísta! Cada fibra de tu ser clama por ello.
  Sus miradas se encontraron de nuevo, verde sobre azul, su mente sintiendo como su yo oscuro la iba invadiendo inexorablemente, desterrando para siempre todos los valores de justicia y bondad que había entendido como correctos. Lilith acercó sus labios para besarlo. Sus últimas dudas desaparecieron a la vez que sus manos buscaban los femeninos glúteos para agarrarlos con ansia y atraerla hacia sí, pegando su bajo vientre al de ella. Excitado de nuevo, la tomó en brazos para llevarla al dormitorio y hacerle el amor en la misma cama que había dormido Rodri, profanada ahora por sus verdugos.



………………………………………
Un atractivo profesor de secundaria en vísperas del nacimiento de su primer hijo, es seducido por una bella ex alumna. Ello no obstante, no será sino el preludio de lo que habrá de venir cuando se cruce, de noche y en plena calle, con una extraña y hermosísima mujer.
 Tras embarcarse en una búsqueda obsesiva, hallará finalmente a una hembra oscura, envuelto en el más absoluto secreto todo aquello que con su persona guarda relación, de cuya mano iniciará un macabro viaje que, a través del mundo de las sectas satánicas y vampíricas –de existencia real-, les sumergirá a ambos en una espiral de sexo, horror y violencia.
Sangre y nuerte: la sedeucción del Mal  (próximamente a la venta)


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