La liturgia y ritualidad
luciferina es muy distinta de la satánica. El lego pensará que ambas deben ser
cosas similares, pues todos saben que Satán y Lucifer son el mismo ser. ¡Sic!
Incluso, lo que es ya rizar en rizo, es común entre los mismos satanistas y
WICCAs, que se podría suponer a priori, deben entender más de estas cosas,
considerar a los luciferinos como simples satanistas creyentes y adoradores del
Diablo, con lo cual caen en los mismos errores que echan en cara a la Iglesia Católica,
medios u opinión pública en general, juzgando y condenando como ellos algo que
desconocen y sobre lo que no se han tomado la molestia de informarse.
Satanismo y luciferismo
invocan a una misma esencia, consistiendo la diferencia básica entre ellos en
que unos la entienden como un mero arquetipo y los otros como un ente real,
pero, a partir de ahí, adoptan caminos tan distintos como los de las ramas de
un enorme roble en busca de la luz del sol. La ceremonia básica luciferina es la Misa Roja –nada que ver
con la Misa Negra
satánica-, llamada así por los sacrificios rituales que en ella tienen lugar y
que, dependiendo del fanatismo y/o implicación del grupo o individuo con sus
principios, irá desde la simple inmolación de un gallo negro, hasta la ofrenda
de una vida humana. Esto resultará estridente para muchos, pero piénsese que
sólo luciferinos muy avanzados y ya en el último nivel alcanzable en esta vida,
o bien meros desequilibrados que impropiamente se consideran tales, llegarán a
tal extremo, y que entre ellos hay amantes de los animales que lamentan tener
que recurrir a la muerte de un pobre ave, pero que recurre a ella como vosotros
cuando coméis su carne.
La Misa Roja es la ceremonia
religiosa por antonomasia, practicada por la humanidad desde hace miles de
años. Jesucristo, en su última cena, simbolizó la sangre con el vino, aboliendo
con ello el sacrificio ritual practicado hasta entonces por el pueblo hebreo
–al igual que por todos los de la antigüedad-, de resultas de lo cual, como
dice el maestro Bourre en el único libro dedicado al tema que vale la pena
leer, la Misa Católica
no resulta más que una parodia de la
Misa de Sangre original, y la Misa Negra, concebida
por los teólogos medievales como simple inversión de la anterior, quedaría
todavía como parodia de la parodia.
Al margen de la ceremonia
básica, existen otras de iniciación, tránsito, despertar, partida. etc, como en
cualquier otra religión. Pueden éstas variar más o menos de unas agrupaciones o
hermandades a otras, pero las bases y el fin perseguido con ellas es el mismo.
Acerca de éstas se mantiene un hermetismo absoluto, pues el camino luciferino
es algo que se debe perseguir, seguir y alcanzar únicamente por pura y auténtica
convicción. Determinadas prácticas y conductas no pasarán desapercibidas para
todos y, casi con toda probabilidad, el auténtico iluminado conseguirá
sintonizar con la frecuencia que busca. Sólo diré pues, que la filosofía
luciferina considera al ser humano de inspiración divina, la estrella caída de
Aleister Crowley, y su ceremonial busca el renacer a su auténtica naturaleza,
debiendo para ello pasar una serie de pruebas en las que será enfrentado cara a
cara con sus peores demonios internos. El auténtico inspirado los buscará y
afrontará, quedándose en el camino los que no lo sean y de una forma u otra
llegaron hasta aquí. En realidad, estos “filtros” serán una constante en el
camino hasta el objetivo final y no será extraño que muchos no los superen e
incluso se vean abocados al suicido, víctimas de la más absoluta desesperación
tras haber buscado a sus más arraigados miedos y no haber sido capaz de
vencerlos. Pasará así el adepto por experiencias como ser enterrado vivo,
abandonado durante días en una oscura cueva para reflexionar sobre la muerte y
el miedo a la desaparición perpetua, ser llevado al borde mismo de aquélla
mediante estrangulamientos, drogas, etc, siempre buscando aquello que más se
tema para afrontarlo y vencerlo. Sólo cuando pueda decir que así lo ha hecho,
podrá acceder a la auténtica iniciación.
Pero tampoco vaya a creer el
lector que con ésta llega la alegría. En este segundo estadio se buscará la
saturación de las sensaciones de la carne, con el objetivo de acabar separando
ésta del espíritu. Placer y dolor serán perseguidos entonces con igual ahínco,
en lo que muchos podrían creer una suerte de capricho masoquista. El iniciado
buscará una y otra vez el éxtasis total a través del sexo, las drogas y todo
tipo medios que reporten sensaciones agradables, pero de igual manera
perseguirá el dolor, el frío, la angustia y demás sensaciones desagradables.
Meditación en la nieve desnuda, bajo cascadas de agua helada, a pleno sol, sin
ropa y con éste abrasando la piel, inmersiones en el agua hasta perder el
conocimiento por asfixia… Violaciones, vejaciones, humillaciones, etc, se
acompañaran de sexo embriagador, gula, suave embriaguez, orgías… hasta llegar
al punto en que tanto da lo uno como lo otro, el tan ansiado estado puramente
mental y ya casi espiritual, totalmente ajeno a las sensaciones de la carne.
Llegados a éste, nada restará
al adepto por hacer en éste mundo y optará por abandonarlo voluntariamente.
Alcanzado tal nivel de perfección, la propia consciencia, ya más en un plano espiritual
que en el físico en que permanece el cuerpo carnal, sólo podrá verse distraída
y obstaculizada en su última evolución por su permanencia en éste, pudiendo
influir negativamente en su tan costosamente alcanzado estado cual
interferencias en una radio. A este nivel corresponde la figura de la vieja
bruja del bosque, el ermitaño en su cueva o el mago en su monte, alejados del
hombre y sus costumbres y a solas con sus pensamientos, normalmente ya
ancianos, pues no parece factible alcanzar tal nivel en menos de una vida
entera y serán muy pocos los que no vean aun más dilatado el proceso. Aquí
depurará su espíritu de las últimas impurezas y se preparará para el último
acto. Llegado al máximo estadio, el correspondiente al más alto grado de
evolución alcanzable en este plano y con su espíritu ya totalmente libre de la
esclavitud de la carne, habrá llegado para éste el momento de separarse
definitivamente de su envoltura carnal, autoinmolándose el adepto, recurriendo
al suicidio ritual para pasar al siguiente plano, donde continuará su
evolución. A este último acto se refería Merlín cuando de despidió del Rey
Arturo diciendo aquello de: “Hay otros
mundos. Éste ha terminado para mí.” Pero será muy difícil encontrar a quien
realmente alcance este nivel, ya que lo normal es que requiera varias
reencarnaciones hacerlo y no siempre seguidas. El proceso puede abarcar
perfectamente cientos de años.
Bien. La mayoría, sino todos,
estaréis pensando: “¡Ésta tía está loca!”
“¡Vaya cuelgue que lleva!” “¿Qué se habrá fumado?”… y la verdad es que
quizá no os equivoquéis demasiado desde el punto de vista de una persona
normal, pero, donde ésta ve locura, el que sigue el camino iniciático ve
inspiración, y sería tan imposible para éste hacer ver a aquéllos lo que él ve,
como para una vaca convencer a un león de lo deliciosa que es la hierba del
prado.”Esto es exquisito. ¡Deja la carne
y vente a comer verde hasta hincharte!” ¿Imagináis lo que pensaría el
félido? “¡Ésta tía está loca!” “¡Vaya
cuelgue que lleva!” “¿Qué se habrá fumado?”…
Si habéis leído y entendido,
podréis comprender que poco tienen de luciferinos aquellos grupos que dicen
adherirse a esta doctrina y predican la felicidad y disfrute de la vida. Los
hay, y muchos, pero, si os interesáis por ellos, encontraréis que no tardarán
demasiado en organizaros un fin de semana “para conocer al grupo y sus
ceremonias”, previo pago por la estancia organizada en hotel y demás, como el
CLUV (Círculo Luciferino de Valencia), venderos este o aquel libro o cobraros
bajo un concepto u otro para alcanzar el siguiente grado, como el “Ordo Templi
Orientis” (OTO) y los “Illuminati” de Alejandro de Rojas -aunque estos se dicen
luciferianos, no luciferinos, para marear un poco la cosa. En el camino
luciferino hay sexo y placer, sí, y mucho, pero el que llegue a él buscando esto
será un iluso y poco durará en una auténtica hermandad del tipo, pues ya se ha
explicado que junto a ello hay auténtico dolor y sufrimiento en grado extremo.
A diferencia de casi cualquier otra religión, el luciferismo no está interesado
en el ingreso de nuevos adeptos, sino que, por el contrario, busca resultar una
minoría muy selecta y recibe a los nuevos adeptos con muchas precauciones y
desconfianza. Así que, a cualquiera que intente atraeros hacia esta fe, podréis
llamarlo embaucador sin temor a equivocaros. Yo por mi parte, desaconsejo
totalmente el acercamiento, salvo sentir inequívocamente su llamada. Ya veis
que el panorama que os describo es crudo y nada seductor. Sólo en el interior
de uno de cada muchos, muchísimos, arde verdaderamente la llama y, aún muchos,
muchísimos de entre estos portadores, se quedarán en el camino. Multitud son
los que han pagado con la vida o con su salud mental el iniciar indebidamente
ese camino.
Próximos:
4ª parte : Luciferismo y Ciencia
5ª parte: Para finalizar
No hay comentarios:
Publicar un comentario