viernes, 22 de junio de 2012

¿QUÉ ES EL LUCIFERISMO? 3ª PARTE: LITURGIA (por Isabel Goldwie)


 

La liturgia y ritualidad luciferina es muy distinta de la satánica. El lego pensará que ambas deben ser cosas similares, pues todos saben que Satán y Lucifer son el mismo ser. ¡Sic! Incluso, lo que es ya rizar en rizo, es común entre los mismos satanistas y WICCAs, que se podría suponer a priori, deben entender más de estas cosas, considerar a los luciferinos como simples satanistas creyentes y adoradores del Diablo, con lo cual caen en los mismos errores que echan en cara a la Iglesia Católica, medios u opinión pública en general, juzgando y condenando como ellos algo que desconocen y sobre lo que no se han tomado la molestia de informarse.

Satanismo y luciferismo invocan a una misma esencia, consistiendo la diferencia básica entre ellos en que unos la entienden como un mero arquetipo y los otros como un ente real, pero, a partir de ahí, adoptan caminos tan distintos como los de las ramas de un enorme roble en busca de la luz del sol. La ceremonia básica luciferina es la Misa Roja –nada que ver con la Misa Negra satánica-, llamada así por los sacrificios rituales que en ella tienen lugar y que, dependiendo del fanatismo y/o implicación del grupo o individuo con sus principios, irá desde la simple inmolación de un gallo negro, hasta la ofrenda de una vida humana. Esto resultará estridente para muchos, pero piénsese que sólo luciferinos muy avanzados y ya en el último nivel alcanzable en esta vida, o bien meros desequilibrados que impropiamente se consideran tales, llegarán a tal extremo, y que entre ellos hay amantes de los animales que lamentan tener que recurrir a la muerte de un pobre ave, pero que recurre a ella como vosotros cuando coméis su carne.

La Misa Roja es la ceremonia religiosa por antonomasia, practicada por la humanidad desde hace miles de años. Jesucristo, en su última cena, simbolizó la sangre con el vino, aboliendo con ello el sacrificio ritual practicado hasta entonces por el pueblo hebreo –al igual que por todos los de la antigüedad-, de resultas de lo cual, como dice el maestro Bourre en el único libro dedicado al tema que vale la pena leer, la Misa Católica no resulta más que una parodia de la Misa de Sangre original, y la Misa Negra, concebida por los teólogos medievales como simple inversión de la anterior, quedaría todavía como parodia de la parodia.

Al margen de la ceremonia básica, existen otras de iniciación, tránsito, despertar, partida. etc, como en cualquier otra religión. Pueden éstas variar más o menos de unas agrupaciones o hermandades a otras, pero las bases y el fin perseguido con ellas es el mismo. Acerca de éstas se mantiene un hermetismo absoluto, pues el camino luciferino es algo que se debe perseguir, seguir y alcanzar únicamente por pura y auténtica convicción. Determinadas prácticas y conductas no pasarán desapercibidas para todos y, casi con toda probabilidad, el auténtico iluminado conseguirá sintonizar con la frecuencia que busca. Sólo diré pues, que la filosofía luciferina considera al ser humano de inspiración divina, la estrella caída de Aleister Crowley, y su ceremonial busca el renacer a su auténtica naturaleza, debiendo para ello pasar una serie de pruebas en las que será enfrentado cara a cara con sus peores demonios internos. El auténtico inspirado los buscará y afrontará, quedándose en el camino los que no lo sean y de una forma u otra llegaron hasta aquí. En realidad, estos “filtros” serán una constante en el camino hasta el objetivo final y no será extraño que muchos no los superen e incluso se vean abocados al suicido, víctimas de la más absoluta desesperación tras haber buscado a sus más arraigados miedos y no haber sido capaz de vencerlos. Pasará así el adepto por experiencias como ser enterrado vivo, abandonado durante días en una oscura cueva para reflexionar sobre la muerte y el miedo a la desaparición perpetua, ser llevado al borde mismo de aquélla mediante estrangulamientos, drogas, etc, siempre buscando aquello que más se tema para afrontarlo y vencerlo. Sólo cuando pueda decir que así lo ha hecho, podrá acceder a la auténtica iniciación.

Pero tampoco vaya a creer el lector que con ésta llega la alegría. En este segundo estadio se buscará la saturación de las sensaciones de la carne, con el objetivo de acabar separando ésta del espíritu. Placer y dolor serán perseguidos entonces con igual ahínco, en lo que muchos podrían creer una suerte de capricho masoquista. El iniciado buscará una y otra vez el éxtasis total a través del sexo, las drogas y todo tipo medios que reporten sensaciones agradables, pero de igual manera perseguirá el dolor, el frío, la angustia y demás sensaciones desagradables. Meditación en la nieve desnuda, bajo cascadas de agua helada, a pleno sol, sin ropa y con éste abrasando la piel, inmersiones en el agua hasta perder el conocimiento por asfixia… Violaciones, vejaciones, humillaciones, etc, se acompañaran de sexo embriagador, gula, suave embriaguez, orgías… hasta llegar al punto en que tanto da lo uno como lo otro, el tan ansiado estado puramente mental y ya casi espiritual, totalmente ajeno a las sensaciones de la carne.

Llegados a éste, nada restará al adepto por hacer en éste mundo y optará por abandonarlo voluntariamente. Alcanzado tal nivel de perfección, la propia consciencia, ya más en un plano espiritual que en el físico en que permanece el cuerpo carnal, sólo podrá verse distraída y obstaculizada en su última evolución por su permanencia en éste, pudiendo influir negativamente en su tan costosamente alcanzado estado cual interferencias en una radio. A este nivel corresponde la figura de la vieja bruja del bosque, el ermitaño en su cueva o el mago en su monte, alejados del hombre y sus costumbres y a solas con sus pensamientos, normalmente ya ancianos, pues no parece factible alcanzar tal nivel en menos de una vida entera y serán muy pocos los que no vean aun más dilatado el proceso. Aquí depurará su espíritu de las últimas impurezas y se preparará para el último acto. Llegado al máximo estadio, el correspondiente al más alto grado de evolución alcanzable en este plano y con su espíritu ya totalmente libre de la esclavitud de la carne, habrá llegado para éste el momento de separarse definitivamente de su envoltura carnal, autoinmolándose el adepto, recurriendo al suicidio ritual para pasar al siguiente plano, donde continuará su evolución. A este último acto se refería Merlín cuando de despidió del Rey Arturo diciendo aquello de: “Hay otros mundos. Éste ha terminado para mí.” Pero será muy difícil encontrar a quien realmente alcance este nivel, ya que lo normal es que requiera varias reencarnaciones hacerlo y no siempre seguidas. El proceso puede abarcar perfectamente cientos de años.

Bien. La mayoría, sino todos, estaréis pensando: “¡Ésta tía está loca!” “¡Vaya cuelgue que lleva!” “¿Qué se habrá fumado?”… y la verdad es que quizá no os equivoquéis demasiado desde el punto de vista de una persona normal, pero, donde ésta ve locura, el que sigue el camino iniciático ve inspiración, y sería tan imposible para éste hacer ver a aquéllos lo que él ve, como para una vaca convencer a un león de lo deliciosa que es la hierba del prado.”Esto es exquisito. ¡Deja la carne y vente a comer verde hasta hincharte!” ¿Imagináis lo que pensaría el félido? “¡Ésta tía está loca!” “¡Vaya cuelgue que lleva!” “¿Qué se habrá fumado?”…

Si habéis leído y entendido, podréis comprender que poco tienen de luciferinos aquellos grupos que dicen adherirse a esta doctrina y predican la felicidad y disfrute de la vida. Los hay, y muchos, pero, si os interesáis por ellos, encontraréis que no tardarán demasiado en organizaros un fin de semana “para conocer al grupo y sus ceremonias”, previo pago por la estancia organizada en hotel y demás, como el CLUV (Círculo Luciferino de Valencia), venderos este o aquel libro o cobraros bajo un concepto u otro para alcanzar el siguiente grado, como el “Ordo Templi Orientis” (OTO) y los “Illuminati” de Alejandro de Rojas -aunque estos se dicen luciferianos, no luciferinos, para marear un poco la cosa. En el camino luciferino hay sexo y placer, sí, y mucho, pero el que llegue a él buscando esto será un iluso y poco durará en una auténtica hermandad del tipo, pues ya se ha explicado que junto a ello hay auténtico dolor y sufrimiento en grado extremo. A diferencia de casi cualquier otra religión, el luciferismo no está interesado en el ingreso de nuevos adeptos, sino que, por el contrario, busca resultar una minoría muy selecta y recibe a los nuevos adeptos con muchas precauciones y desconfianza. Así que, a cualquiera que intente atraeros hacia esta fe, podréis llamarlo embaucador sin temor a equivocaros. Yo por mi parte, desaconsejo totalmente el acercamiento, salvo sentir inequívocamente su llamada. Ya veis que el panorama que os describo es crudo y nada seductor. Sólo en el interior de uno de cada muchos, muchísimos, arde verdaderamente la llama y, aún muchos, muchísimos de entre estos portadores, se quedarán en el camino. Multitud son los que han pagado con la vida o con su salud mental el iniciar indebidamente ese camino.


Próximos:
 

4ª parte : Luciferismo y  Ciencia

5ª parte: Para finalizar

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